El alcohol no mata las neuronas de forma directa, sino que interfiere en su comunicación y puede dañar las células del cerebro a largo plazo. No existe tal cosa como un nivel «seguro» de consumo de alcohol aunque los estudios que se han realizado a lo largo de los años relacionan un mayor consumo con una peor salud cerebral. Los riesgos del alcohol se conocen desde hace mucho tiempo: estudios anteriores han encontrado que ninguna cantidad de alcohol, vino o cerveza es segura para la salud en general.
El alcohol es un depresor del sistema nervioso central que afecta a la actividad de las neuronas, disminuyendo su capacidad para comunicarse entre sí. Además, el consumo excesivo de alcohol puede provocar inflamación y daño a las células del cerebro, lo que puede afectar negativamente la memoria, el juicio y la toma de decisiones. El consumo de alcohol tiene un efecto sobre la materia gris del cerebro, regiones del cerebro que constituyen partes importantes donde se procesa la información.
Cuando consumimos bebidas alcohólicas, nuestro organismo trabaja para que la menor cantidad posible de alcohol circule inadvertidamente. Así, el hígado procesa esta sustancia para convertirla en algo menos tóxico. Sin embargo, el hígado solo puede trabajar a un ritmo determinado —procesando unos 340 ml de cerveza, 140 ml de vino y 40 ml de licores por hora, por ejemplo— y todo el exceso acaba en la sangre.
El alcohol que acaba en la sangre —y circula por nuestro cuerpo hasta que el hígado es capaz de procesarlo— puede llegar al cerebro, pero no mata las neuronas inmediatamente. En primer lugar, esta sustancia daña las partes de estas células encargadas de transmitir y recibir información, interfiriendo en la forma en que las neuronas se comunican entre sí en sus procesos de sinapsis. Es a partir de este punto que comienzan a aparecer los efectos secundarios conocidos.
Aunque el alcohol no es capaz de matar miles de neuronas durante los deslices etílicos ocasionales, algunos alcohólicos pueden desarrollar una enfermedad llamada Síndrome de Wernicke-Korsakoff, que provoca la muerte de las células cerebrales. Pero aun así, la causa de la muerte no se debe al alcohol en sí, sino a la deficiencia de algunas vitaminas relacionadas con el alcoholismo.
Para quienes beben moderadamente, existen varios estudios que señalan que el consumo de un poco de alcohol se asocia con un menor riesgo de desarrollar demencia y un menor deterioro cognitivo por lo que llega a tener un efecto incluso positivo.
Así que ya sabes, si quieres cuidar tus neuronas, no hace falta que renuncies al alcohol por completo, ¡simplemente bebe con moderación! Y si te pasas un poco de la raya, no te preocupes demasiado, tus neuronas sobrevivirán a una noche de fiesta.
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