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Origen del paraguas🕒 Tiempo estimado: 5 minutos de lectura

Aunque su origen es incierto, el paraguas es un invento muy antiguo. Se sabe que en el siglo XII a.C. ya fue utilizado por los chinos. Sin duda es imprescindible en los días lluviosos que nos protege de las gotas como si fuera un escudo. Pues resulta que el origen del paraguas es tan antiguo que ni los dioses lo recuerdan, pero se dice que en el antiguo Egipto ya se utilizaban hojas de palma para protegerse de la lluvia.

La historia del paraguas es bastante interesante. Se dice que los antiguos egipcios ya utilizaban sombrillas para protegerse del sol abrasador, pero el concepto de un paraguas para la lluvia es más reciente.

Al parecer, en la antigua Grecia, los nobles llevaban consigo un «kynegetes» (un sombrero que se usaba para cazar), el cual se utilizaba también para protegerse de la lluvia. Sin embargo, estos sombreros no eran lo suficientemente efectivos contra la lluvia torrencial.

Fue en China donde se comenzaron a utilizar los primeros paraguas para protegerse de la lluvia. Los paraguas se fabricaban con papel de arroz y bambú, y solían ser decorados con motivos religiosos y mitológicos.

Más tarde, los asirios, egipcios, persas y romanos influyeron en el uso de nuevos materiales en la búsqueda de combinar utilidad con elegancia.

Durante mucho tiempo, la sombrilla fue vista como un objeto con un significado sagrado, al punto que solo se usaba para cubrir deidades y realeza en procesiones y eventos de gran trascendencia espiritual.

Este aspecto de objeto “divino” llegó incluso al cristianismo. En las ceremonias litúrgicas siempre había dos paraguas que iban delante del Papa. Uno de ellos, que estaba abierto, simbolizaba el poder temporal y el otro, siempre cerrado, representaba el poder espiritual.

Fueron los japoneses y los chinos quienes más contribuyeron a su adopción como un simple complemento para protegerse de la lluvia y el sol, sin valores sociales ni divinos asociados. Es con esta función que el paraguas llegó a Grecia y Roma, donde fue muy utilizado como accesorio femenino. En Roma era común que las damas salieran acompañadas de un esclavo que tenía la función de protegerlas con sombrillas, generalmente ricamente adornadas con oro y marfil.

Durante la Edad Media, el paraguas desapareció, reapareciendo solo durante el Renacimiento, a pesar de que su uso fue muy limitado, y tampoco sería extraño que fueran de cuero y con pesados ​​mangos de madera, llegando a pesar hasta 2 kg.

Pero desde el momento en que los jesuitas introdujeron la seda en la fabricación de paraguas, todo cambió. A finales del siglo XVII, fue en la ciudad de París donde se empezó a afinar el concepto de este accesorio: se mejoró el formato y se creó la distinción entre paraguas y parasol. El parasol se consideró inmediatamente una pieza indispensable para las mujeres de la época. Este nuevo uso dio lugar a los parasoles decorados con bordados de seda, de aire muy ligero y que servían para dar cierto pudor a los rostros durante los paseos al sol.

Pero, ¿sabes quién inventó el paraguas moderno tal como lo conocemos hoy en día? Pues, ¡un francés, por supuesto! En el siglo XVII, el tal Jean Marius tuvo la brillante idea de cubrir una estructura de metal con tela para crear un paraguas plegable y portátil.

Aunque en su época se burlaron de él y lo llamaron «una máquina de tortura», poco a poco el paraguas se fue popularizando, y hoy en día es un objeto imprescindible en cualquier armario. ¡Así que la próxima vez que salgas a la calle en un día lluvioso, recuerda dar las gracias a Jean Marius por inventar el paraguas!

En Europa, los paraguas comenzaron a ser populares en el siglo XVIII, principalmente entre los nobles. Sin embargo, debido a su alto costo, la mayoría de la gente aún utilizaba capas de lluvia o simplemente se mojaba. Quizás debido a este éxito entre el público femenino, el paraguas tuvo dificultades para ser adoptado por el lado masculino de la sociedad. Recién a finales del siglo XVIII los paraguas comenzaron a ser aceptados por los hombres en Inglaterra, en gran parte debido a la obstinación del comerciante inglés Jonas Hanway, un entusiasta de los paraguas, que logró demostrar que eran dignos de ser usados ​​por un hidalgo.

Jonas Hanway fue el primer londinense (y quizás el primer ciudadano inglés) en caminar diariamente con un paraguas, que usaba para protegerse del sol y la lluvia. No es de extrañar que se pasara la vida siendo ridiculizado por sus compatriotas. Sin embargo, luego de su muerte en 1786, los hombres ingleses comenzaron a salir paulatinamente a las calles con paraguas en la mano, lo que, considerando los frecuentes días de lluvia en ese país, se convirtió casi en un accesorio obligatorio.

Fue solo hasta el siglo XIX cuando el paraguas se popularizó entre la gente común, gracias a la invención del acero y la posibilidad de fabricar paraguas más resistentes y duraderos.

Desde entonces hasta ahora, el paraguas se ha extendido por todo el mundo, habiéndose convertido en un objeto de gran sencillez y utilidad, siendo utilizado casi exclusivamente como protección en los días de lluvia y no como el elegante complemento de moda de otros tiempos.

Hoy en día, el paraguas es un objeto común y corriente, pero sigue siendo una herramienta esencial para protegernos de la lluvia y, a veces, incluso del sol. ¡Y quién sabe, tal vez algún día alguien invente el «parasol de lluvia» para protegernos de la lluvia y el sol al mismo tiempo!

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