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Origen de la vela🕒 Tiempo estimado: 4 minutos de lectura

Siendo utilizadas hoy como mero adorno o solo en situaciones especiales, las velas fueron uno de nuestros principales modos de iluminación antes de la aparición de la electricidad y tuvieron antecesores aún más rudimentarios.

Pinturas encontradas en cuevas, que se estima fueron realizadas alrededor de 50000 años a. C., muestran que en aquella época la luz la proporcionaban recipientes con grasa animal en estado líquido, en los que se utilizaban fibras vegetales como mecha.

Resulta que en la antigüedad, la gente no tenía electricidad y por lo tanto, cuando caía la noche, la oscuridad era una verdadera pesadilla. La gente trataba de hacer fuego para iluminar sus hogares, pero a menudo, el humo y el olor eran insoportables.

Un día, un tipo llamado Bob estaba tratando de hacer fuego en su casa para iluminarla, pero no podía hacer que la llama durara lo suficiente. Entonces, decidió poner un poco de sebo de animal en una concha y lo prendió. Para su sorpresa, la llama duró mucho más tiempo que el fuego que había hecho antes. ¡Y así nació la vela!

Las primeras referencias a las velas se remontan al siglo XVI antes de Cristo y se mencionan en los textos bíblicos. Estas velas no eran más que simples cañas untadas con sebo. Los descubrimientos arqueológicos han encontrado velas en forma de palo en Egipto y Grecia. Para los griegos las velas simbolizaban la luz de la luna y se comprobó que en Grecia se usaban velas el día 6 de cada mes para adorar a Artemisa, la diosa griega de la caza.

En la Edad Media, las velas encendían iglesias, monasterios y salones. En ese momento, el clero aconsejaba el uso de velas blancas para ahuyentar a las brujas y los agricultores usaban velas sagradas para proteger a sus rebaños. El material más común en esa época para hacer velas era el sebo animal. Esto tenía la desventaja de crear mucho humo y tener un olor bastante desagradable. La opción que tenían eran velas hechas con cera de abeja, pero en este caso el problema era que la cantidad de cera no alcanzaba para cubrir la demanda.

A pesar de ello, en Europa las velas eran consideradas artículos de lujo, siendo fabricadas en las ciudades por artesanos especializados y vendidas a un alto precio, ya fueran de sebo o de cera. Según las posibilidades de cada comprador, se colocaban en candelabros de madera o plata. A pesar de su precio y satisfaciendo la necesidad obvia, rápidamente se vio como un negocio estable y claramente rentable. Solo en París, en el año 1292, se contabilizaron 71 fabricantes de velas. Como la luz que emitían las velas dependía del material del que estuvieran hechas, produciendo la cera una luz más intensa, en Inglaterra se prefirió a los fabricantes de velas de cera frente a las velas de sebo, a pesar de su mayor precio.

Con la llegada de la iluminación de gas en el siglo XIX, el uso de velas con este fin fue decreciendo. Pero los sectores más pobres de la población aún no tenían acceso al gas, por lo que se desarrolló maquinaria para producir velas para estas familias.

En el campo de la investigación, el químico francés Michel Eugene Chevreul descubrió en 1811 que el sebo no era uniforme sino que estaba compuesto por 2 ácidos grasos unidos a la glicerina. Entonces decidió quitar la glicerina del sebo creando “estearina”, más dura, más lenta de quemar y que daba una luz más brillante. Con este descubrimiento, la calidad de las velas mejoró sustancialmente, y en 1825 también se ayudó a mejorar las mechas, que dejaron de ser de algodón y pasaron a ser de alambre enrollado, lo que daba mayor uniformidad a la llama.

Con la fiebre del petróleo de 1830, apareció el derivado más conocido de la composición de las velas actuales, la parafina. En 1854 se combinó con la estearina y así se combinaron los elementos básicos para la producción de velas como las que todavía usamos hoy.

Desde entonces, las velas han sido utilizadas para iluminar todo tipo de espacios. Además, con el tiempo, se descubrió que la cera de abejas era una mejor opción que el sebo, ya que producía menos humo y olor.

Y por supuesto, hoy en día, las velas se utilizan para todo tipo de ocasiones: cenas románticas, fiestas de cumpleaños, incluso en ceremonias religiosas. ¡Así que no subestimes el poder de la pequeña vela!

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