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Origen de la luz de neón🕒 Tiempo estimado: 4 minutos de lectura

Resulta que la luz de neón fue descubierta en el siglo XIX por el químico George Claude, quien buscaba una forma más llamativa de publicitar sus productos. Un día, se le ocurrió la brillante idea de introducir gas neón en un tubo de vidrio sellado, le aplicó corriente eléctrica y ¡tachán! ¡Se produjo una luz espectacular! Desde entonces, el neón se ha convertido en un elemento clave para hacer que los anuncios publicitarios sean más llamativos que un unicornio cabriolando salsa.

El neón es un gas que se encuentra en todo el universo. Los núcleos de las estrellas donde tienen lugar las reacciones termonucleares entre el oxígeno y el carbono pueden provocar la producción de neón. La explosión de algunas estrellas y la formación de otras provocan la liberación de grandes cantidades de gas que hacen que el neón se propague por las nebulosas.

Este gas fue descubierto en 1898 por dos químicos ingleses, William Ramsey y Morris Travers. Esto sucedió cuando Ramsey decidió enfriar una muestra de aire a un estado líquido y luego hervirla. Esto dio como resultado tres tipos de gas: criptón, xenón y otro color rojo al que llamó neón.

Georges Claude, que había suministrado oxígeno líquido a Ramsey, quedó fascinado y se interesó por el tema de los gases inertes. A partir de 1902, a través de su empresa Air Liquide, que vivía de la venta de aire licuado, comenzó a almacenar cantidades cada vez mayores de gas neón, que podía obtener fácilmente al ser un subproducto de la producción de su negocio.

Todo comenzó en el siglo XIX, cuando los científicos descubrieron un gas llamado «neón». Este gas era muy raro y no tenía muchas aplicaciones, hasta que un día, un científico llamado Georges Claude pensó en una idea genial: ¿qué pasaría si metiéramos el gas neón dentro de un tubo de vidrio y lo hacemos brillar con electricidad?

Así fue como nació la primera lámpara de neón en 1910, y no pasó mucho tiempo antes de que las empresas empezaran a utilizarlas como un medio de publicidad para llamar la atención de los clientes. Las primeras luces de neón eran simples letreros que decían cosas como «abierto» o «cerrado», pero rápidamente evolucionaron en obras de arte luminosas que se podían ver desde lejos.

En 1910 descubrió que cuando una corriente eléctrica pasaba a través de un tubo con gas neón, se producía una luz naranja-roja brillante. En el último mes de ese mismo año, Claude hizo una demostración.

Más tarde creó la lámpara de neón. Su mejora siguió con la producción de tubos de diferentes tamaños y la posibilidad de doblar los tubos, que se hacía en caliente. Una vez definida la forma, se soldaron electrodos a cada extremo del tubo. Después de esta fase, los tubos se conectan a una bomba de vacío, eliminando el aire del interior. A través de los electrodos se descarga una carga eléctrica en su interior, asegurando una perfecta limpieza del vidrio en vacío. A partir de aquí el tubo se llena de gas que puede ser neón, argón o incluso una mezcla.

Las luces de neón llegaron para revolucionar el sistema de iluminación, con un enfoque particular en el aspecto publicitario, con un énfasis considerable en las áreas comerciales, brindando efectos visuales atractivos debido a la intensidad de la luz y la variedad de colores.

El neón también se convirtió en una herramienta valiosa para la ciencia y la medicina, y hoy en día se utiliza en muchos productos diferentes, desde televisores hasta lámparas de calle. La tensión eléctrica a la que el gas neón empieza a brillar depende del diseño del tubo donde se encuentre. ¡Incluso los famosos «brillantes» de las zapatillas deportivas están hechos con neón!

Como dato curioso, la ciudad estadounidense de Las Vegas puede considerarse la “capital” mundial de las luces de neón.

Así que ahí lo tienen, la luz de neón no solo es hermosa y llamativa, sino que también es muy útil. ¡Solo asegúrense de no mirar directamente a la luz por mucho tiempo, o podrían terminar viendo estrellas por un rato!

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