Saltar al contenido

Efectos del alcohol en el cuerpo🕒 Tiempo estimado: 11 minutos de lectura

Beber con amigos para celebrar un logro, una victoria o simplemente un cumpleaños puede parecer un hábito saludable, pero no lo es. El alcohol es un juego de equilibrio, un movimiento entre lo divertido y lo peligroso. Puede convertirte en el alma de la fiesta o en un ser que habla incoherencias, tropezando en cada paso que da. Y no te olvides de las terribles resacas, el regalo que sigue dando después de que la fiesta ha terminado.

El asunto es serio. Más de dos mil millones de personas en el mundo consumen bebidas alcohólicas. El hecho de que sea una droga legal en la mayoría de los países influye mucho, pero su impacto es evidente: cerca del 4% de todas las muertes en el planeta involucran el consumo de alcohol, según lo indica la Organización Mundial de la Salud lo que representa 2,3 millones de muertes al año causadas directamente por el uso o abuso de bebidas alcohólicas.

Las bebidas alcohólicas están presentes en la vida de muchas personas, desde aquellas que sólo beben socialmente hasta aquellas que ya son adictas al alcohol. El consumo exagerado es alarmante y los efectos del alcohol en el organismo son catastróficos para la salud.

A pesar de estar legalmente autorizado para su uso, el alcohol es una droga psicoactiva, es decir, actúa directamente sobre el cerebro, causando también problemas en varias otras estructuras del cuerpo humano.

Alcohol en el cuerpo: cómo funciona

Cuando se ingiere, el alcohol es absorbido por el estómago hacia el torrente sanguíneo, lo que demora entre 30 y 90 minutos. A través de la sangre, el alcohol se difunde a las más diversas partes del cuerpo, llegando a todas las células.

Al llegar al cerebro, el efecto del alcohol es principalmente excitatorio, liberando serotonina, un neurotransmisor asociado con la felicidad y la satisfacción, y las personas se desinhiben y se vuelven aún más valientes.

Sin embargo, después de ese primer momento, el alcohol comienza a deprimir el sistema nervioso central al aumentar las cantidades del neurotransmisor GABA, un aminoácido y neurotransmisor que regula la excitabilidad cerebral, lo que puede llegar incluso a provocar la pérdida del conocimiento.

En dosis altas, el alcohol puede causar un alto riesgo de intoxicación, y en ocasiones esta situación provoca la muerte por paro cardiorrespiratorio en quienes consumen en exceso.

Efectos inmediatos: lo que sientes después de consumir alcohol

Al poco tiempo de consumir bebidas alcohólicas, los síntomas comienzan a aparecer con una intensidad proporcional a la cantidad ingerida. Entre ellos, los más comunes son:

  1. Dificultad para hablar, somnolencia y cambios en la visión y la audición: estos son los primeros efectos del alcohol al llegar al sistema nervioso, iniciando la etapa depresiva, aumentando el riesgo de caídas y accidentes.
  2. Dolores de cabeza: la sensación de un cráneo pesado y doloroso se debe principalmente a la acción y los efectos depresivos resultantes del alcohol en el cerebro.
  3. Náuseas y vómitos: después de ingerir alcohol, especialmente en grandes cantidades, el organismo intentará deshacerse de este exceso, para evitar efectos nocivos aún mayores.
  4. Acidez estomacal: el alcohol irrita las mucosas y aumenta la producción de ácidos digestivos, lo que provoca sensaciones desagradables.
  5. Irritación estomacal: aparte de los síntomas conocidos de náuseas, náuseas y vómitos, el alcohol puede producir irritaciones, infecciones o erosiones en la mucosa gástrica, dando lugar a una gastritis aguda. Esto sucede porque la bebida llega primero al tracto gastrointestinal, aumentando la secreción de ácido clorhídrico. El resultado es dolor abdominal, ardor, acidez estomacal, pérdida de apetito y vómitos recurrentes.
  6. Diarrea: al acidificar el intestino y afectar la flora, tener diarrea después de tomar bebidas alcohólicas es un síntoma muy común.
  7. Efecto diurético: el alcohol inhibe el sistema de control de retención de agua por parte de los riñones, y después de su consumo, el cuerpo eliminará una gran cantidad de líquido a través de la orina e incluso puede llegar a deshidratarse.
  8. Disfunción renal: los riñones son los encargados de filtrar la sangre, eliminar los desechos nocivos para el organismo, regular el equilibrio ácido/base, mantener el volumen de agua en el organismo, producir hormonas, entre otras importantes funciones.

Cambios cerebrales por consumo inmediato

El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, es decir, una sustancia que disminuye la actividad cerebral, alterando la acción de los neurotransmisores, como el ácido gamma-aminobutírico, el glutamato y la serotonina. A medida que la persona ingiere la bebida, el organismo reacciona de determinada manera, siguiendo unas etapas.

Cuando la concentración de alcohol en sangre es baja (entre 0,01 y 0,12 gramos por cada 100 mililitros), el individuo tiende a estar desinhibido, relajado y eufórico. A medida que aumenta esta cantidad, aparecen otras reacciones, como reflejos lentos, problemas de atención, pérdida de memoria, cambios en la capacidad de razonamiento y falta de equilibrio. A niveles muy altos (a partir de 0,40 gramos por cada 100 mililitros), puede haber intoxicación grave y parada cardiorrespiratoria, con posibilidad de secuelas neurológicas e incluso la muerte.

Además de estos efectos visibles e inmediatos, el consumo excesivo de alcohol, especialmente en la niñez y la adolescencia, puede perjudicar el desarrollo cerebral, inhibir el crecimiento de nuevas neuronas y provocar daños permanentes, además de ser un factor de riesgo para la depresión u otro trastorno mental.

Lesiones hepáticas por consumo prolongado

Un órgano muy afectado por la ingestión de bebidas alcohólicas es el hígado, encargado del metabolismo de estas sustancias. Existe evidencia de que el consumo inmoderado de bebidas alcohólicas puede causar esteatosis hepática, también conocida como hígado graso. Esta enfermedad es causada por la acumulación de grasa en las células del hígado, la cual puede retroceder o permanecer estable con el paso de los años, o evolucionar hacia una hepatitis alcohólica, una inflamación cuyos síntomas son dolor abdominal, hinchazón del vientre, piel y ojos amarillos, náuseas, vómitos , pérdida de apetito, entre otros.

El abuso de la ingesta de alcohol también puede ser responsable de la cirrosis hepática, una lesión crónica que se caracteriza por la cicatrización (fibrosis) y la formación de nódulos que bloquean la circulación sanguínea. En muchos casos, existe la necesidad de un trasplante de órganos.

La ingesta exagerada de alcohol puede aumentar la diuresis, que es la producción de orina, lo que provoca la desregulación de la concentración de electrolitos en la sangre, elevación de la presión arterial y alteración en el funcionamiento del órgano.

Inflamación del páncreas por consumo prolongado       

La inflamación del páncreas, también conocida como pancreatitis, es una enfermedad que puede ser muy dolorosa y peligrosa para la salud. El consumo prolongado de alcohol es una de las principales causas de esta afección. Cuando el páncreas se inflama, puede dejar de funcionar correctamente y causar graves problemas de digestión y absorción de nutrientes. Además, la inflamación también puede dañar otros órganos cercanos, como el hígado y los riñones, lo que puede provocar complicaciones aún más graves.

Quienes consumen mucho alcohol pueden desarrollar pancreatitis crónica, una inflamación del páncreas que provoca el endurecimiento y reducción del tamaño del órgano. Las consecuencias son fuertes dolores en la región abdominal, diarrea con heces grasosas —debido a la menor producción de lipasa, la enzima encargada de digerir las grasas—, pérdida de peso y diabetes. Esta última se deriva de los cambios que el alcohol puede provocar en el funcionamiento del páncreas, como la disminución de la producción de insulina o la incapacidad del organismo para producir esta hormona.

Es importante entender que la inflamación del páncreas no se produce de la noche a la mañana, sino que se desarrolla lentamente a lo largo del tiempo. Por lo tanto, es fundamental prestar atención a los síntomas y reducir o eliminar por completo el consumo de alcohol para evitar problemas mayores.

Problemas cardíacos por consumo prolongado

Hay estudios que demuestran que la ingesta de alcohol en dosis moderadas puede traer beneficios para la salud al mejorar la circulación sanguínea y proteger el sistema cardiovascular. El vino tinto, por ejemplo, es rico en flavonoides y resveratrol, una sustancia antioxidante que se encuentra en la piel y las pepitas de la uva que previene la formación de coágulos sanguíneos, tiene acción antiinflamatoria, neutraliza los radicales libres y reduce el colesterol malo.

Sin embargo, el consumo excesivo de alcohol puede desencadenar problemas cardíacos importantes como son:

Cardiomiopatía alcohólica: un cambio en la función contráctil del músculo cardíaco;

Arritmia: caracterizada por la desregulación del ritmo de los latidos del corazón;

Accidente cerebrovascular hemorrágico: causado por el sangrado de una arteria;

Presión arterial alta, conocida popularmente como presión arterial alta.

Mayor riesgo de cáncer por consumo prolongado

El alcohol es una de las principales causas de cáncer evitables en todo el mundo. El consumo prolongado de alcohol puede aumentar el riesgo de padecer cáncer en diferentes partes del cuerpo, como el hígado, el colon, los senos, la garganta y el esófago. Esto se debe a que el alcohol puede provocar cambios en las células del cuerpo, causando daño en el ADN y afectando el funcionamiento normal de los órganos.

Entre los tipos de cáncer que se han relacionado con el consumo prolongado de alcohol se encuentran el cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, hígado, colon, recto y mama. El riesgo de cáncer también aumenta con la cantidad de alcohol que se consume. Cuanto más alcohol se consume, mayor es el riesgo. Además, el alcohol puede actuar como un solvente, lo que facilita la entrada de otros carcinógenos, como los presentes en el tabaco.

En el caso del cáncer de esófago, el alcohol puede dañar las células del revestimiento del esófago, lo que aumenta el riesgo de que se desarrollen mutaciones. El alcohol también puede debilitar el esfínter esofágico inferior, lo que permite que el ácido del estómago regrese al esófago, causando reflujo ácido. El reflujo ácido crónico puede provocar esofagitis y aumentar aún más el riesgo de cáncer de esófago.

En el caso del cáncer de hígado, el alcohol puede dañar las células hepáticas y provocar inflamación y cicatrización. La inflamación crónica y la cicatrización pueden aumentar el riesgo de cirrosis y cáncer de hígado.

En el caso del cáncer de colon y recto, el alcohol puede aumentar la producción de hormonas que promueven el crecimiento de las células cancerosas. Además, el alcohol puede afectar la absorción de nutrientes importantes en el colon y recto, lo que puede aumentar el riesgo de cáncer.

En el caso del cáncer de mama, el alcohol puede aumentar los niveles de estrógeno en el cuerpo, lo que puede aumentar el riesgo de que se desarrollen células cancerosas sensibles a las hormonas.

Es importante destacar que el riesgo de cáncer no solo se debe al consumo excesivo de alcohol en sí, sino también a los patrones de consumo que se relacionan a este tipo de situaciones.

Otros efectos tardíos: síntomas crónicos del consumo de alcohol

Los efectos del alcohol en el organismo, a medio y largo plazo, son muy preocupantes. Echa un vistazo a los órganos más afectados:

1. El cerebro a largo plazo: debido al daño a todos los nervios y células nerviosas, una persona que consume alcohol de manera rutinaria experimentará cambios en las emociones y el estado de ánimo, dificultad para realizar movimientos finos, reflejos cada vez más lentos, pérdida del equilibrio y coordinación motora, hasta daños considerados permanentes en la memoria.

2. El corazón y el sistema circulatorio a largo plazo: el consumo de alcohol aumenta la frecuencia cardíaca y aumenta la presión arterial. Además, el corazón se debilita y bombea la sangre con mayor dificultad, pudiendo sufrir arritmias.

3. El sistema digestivo a largo plazo: la constante irritación de la mucosa gástrica por el alcohol puede causar úlceras y cáncer de esófago, laringe y estómago.

Los efectos del abuso del alcohol son diversos y extremadamente dañinos para el organismo. El alcoholismo es una enfermedad, por lo tanto debe ser tratada como tal. Para ello, puedes contar con la ayuda de profesionales de la salud, como médicos y psicólogos, que ayudan en todo el proceso a vencer este mal.

Conocimiento, Educación y Formación