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Fundación, cosmovisión y la alegría de los Incas🕒 Tiempo estimado: 9 minutos de lectura

Cuentan las leyendas que, hace muchísimos años, un dios llamado Manco Cápac descendió de los cielos y fundó la ciudad sagrada de Cusco. Pero no lo hizo solo, sino que trajo consigo a su hermana Mama Ocllo, con quien se casó. Sí, así como lo oyes, ¡en ese tiempo el matrimonio entre hermanos era algo normal!

Dicen que Manco Cápac y Mama Ocllo eran tan divinos y poderosos que tenían la habilidad de crear agua, tierra y plantas a su antojo. Así que, una vez establecidos en Cusco, empezaron a enseñar a la gente cómo sembrar, cosechar y construir. Y poco a poco, la ciudad comenzó a crecer y prosperar.

Pero esto no significa que todo fuera color de rosa. También existían las rivalidades y las envidias entre las distintas tribus que habitaban la región. Fue así que Manco Cápac decidió dividir el futuro territorio incaico en cuatro partes y encomendó a sus hijos la tarea de conquistar y unir a los diferentes pueblos.

Y así, con mucho esfuerzo y coraje, los hijos de Manco Cápac lograron unificar al pueblo inca y formar el gran Imperio que conocemos hoy en día. Pero la historia no acaba ahí, ¡porque también se dice que Manco Cápac tenía un hermano celoso y vengativo que quería destruir todo lo que había construido!

Este hermano se llamaba Puma Yupanqui, y su objetivo era usurpar el trono de Manco Cápac. Sin embargo, gracias a la astucia y la valentía de los hijos de Manco Cápac, lograron vencer a Puma Yupanqui y asegurar la continuidad del gran Imperio Inca.

Así que como te vengo diciendo detrás de la fundación del Imperio Inca se esconden historias atrayentes llenas de aventuras, magia y también de conflictos que moldean el origen geográfico de este imperio. Pero lo más importante es que gracias a la perseverancia y la unidad, los incas lograron forjar una civilización poderosa y rica en cultura que ha dejado una huella imborrable en la historia de la humanidad.

Cosmovisión de la mitología inca

Un factor clave a tener en cuenta al contemplar la Cosmovisión Andina (dada la naturaleza básica del Cosmos) es que es fundamentalmente diferente de la cultura occidenta. Esto significa que no podemos simplemente imponer sus ideas directamente sobre nuestras propias categorías conceptuales. Sin embargo, la tentación de hacerlo es fuerte y bastante automática, de modo que estamos acostumbrados a dar sentido a las cosas nuevas relacionándolas con lo que ya sabemos.

Nosotros en Occidente tenemos esencialmente dos formas de ver la naturaleza básica de la realidad; a través de la lente de la ciencia o a través de la lente de la religión (occidental).Aunque estos dos enfoques tienen algunas diferencias importantes, ambos surgieron dentro de nuestra cultura y se construyeron sobre la misma base filosófica. La cultura indígena andina, sin embargo, no comparte este fundamento. Ni la ciencia ni la religión tienen una contraparte en la cosmovisión andina.

Imagine, si quiere, una visión de la realidad que no estuviera influenciada por la Biblia (donde Dios como creador está fuera de la creación y creó a los seres humanos, aislados de todas las especies, a su imagen). No fue influenciado por los filósofos griegos clásicos que enfatizaron el intelecto (o la razón) como la forma más alta de conocimiento, ni fue moldeado por Descartes (el ‘padre de la filosofía moderna’), quien propuso que la realidad consta de dos reinos separados, uno un reino trascendente de espíritu y mente, y un reino físico de energía y materia sin sentido. Si queremos inspeccionar la ‘Cosmovisión Andina’ necesitamos salir de nuestra forma normal de pensar sobre el mundo y abordarlo con espacio para que sea algo nuevo, necesitamos acomodar más información nueva (que permita cambiar la forma en que vemos el mundo – mente abierta, abstracto) y menos asimilar (hacer que la nueva información se ajuste a cómo ya vemos el mundo).

La cosmovisión de los incas en su mitología se basaba en la importancia de los dioses y la naturaleza, y en la creencia en la dualidad y la conexión entre los seres humanos y el universo. La cosmovisión de los incas era muy importante para su mitología. Ellos creían que el universo estaba dividido en tres mundos: el Hanan Pacha, el Kay Pacha y el Uku Pacha.

El Hanan Pacha era el mundo de los dioses y de los seres celestiales, mientras que el Kay Pacha era el mundo en el que vivían los seres humanos y los animales. Para ir acabando, el Uku Pacha era el mundo de los muertos.

Los incas también creían en la importancia de la dualidad en el universo, como el día y la noche, el bien y el mal, el sol y la luna. Además, creían que los seres humanos estaban conectados con la naturaleza y que debían vivir en armonía con ella.

En su mitología, el sol era uno de los dioses más importantes y se creía que era el padre de los incas. También tenían otros dioses y diosas, como la diosa Pachamama, la madre tierra, y el dios Inti, el sol.

El universo dividido en tres

Como ya dije los incas creían en una cosmovisión que dividía el universo en tres mundos: el Hanan Pacha, el Kay Pacha y el Uku Pacha.

El Hanan Pacha era el mundo de arriba, donde vivían los dioses y los espíritus. Era como si fuera el ático del universo, solo que en vez de encontrar trastos viejos, se encontraban los seres más poderosos y sagrados. Los incas creían que el Hanan Pacha era el hogar del dios creador Viracocha, así como de otros dioses importantes como Inti, el dios del sol.

Por otro lado, el Kay Pacha era el mundo de aquí, donde vivían los seres humanos, los animales y las plantas. Era el mundo tangible que podemos ver y sentir, el lugar donde se desarrolla nuestra vida cotidiana. Los incas creían que el Kay Pacha estaba gobernado por Pachamama, la diosa de la tierra, y que era nuestra responsabilidad cuidarla y protegerla.

Para ir acabando, el Uku Pacha era el mundo de abajo, donde vivían los espíritus de los muertos y las fuerzas del mal. Era como el sótano del universo, pero en lugar de encontrar cajas viejas, se encontraban peligros y misterios. Los incas creían que el Uku Pacha era el hogar de Supay, el dios de la muerte y la oscuridad, así como de otros seres malignos que podían causar enfermedades y desgracias.

Para que nos entendamos, para los incas, el universo era como una casa de tres pisos, donde cada piso tenía sus propias reglas y sus propias entidades divinas. Y aunque estos mundos parecían separados, en realidad estaban interconectados y formaban parte de un todo más grande.

Cuanto más entremos en detalles sobre la cosmovisión andina, más variaciones encontraremos entre individuos, pueblos y regiones de los Andes. Las creencias en sí son de poca importancia, lo importante es la relación amorosa y solidaria con la Naturaleza y el Cosmos que se hace posible dentro de esta cosmovisión, dentro de esta relación pueden ocurrir algunas cosas bellas y mágicas que no pueden ser comprendidas por el intelecto y de ahí su fuerte arraigo en el misticismo.

La alegría como parte fundamental de sus creencias

Los místicos andinos creen que nuestra verdadera naturaleza es gozosa, feliz, contenta, pero han olvidado esta verdad. Su camino es recordar que somos seres de alegría. Es así de simple. Todo lo que enseñan nos impulsa hacia el singular fin: recordar quiénes somos realmente y vivir como quienes realmente somos, felices para siempre.

Para los incas, la alegría estaba estrechamente relacionada con la visión mitológica. Según su cosmovisión, la alegría era un regalo que les había otorgado el dios Inti, y por eso era muy importante mantenerse en armonía con la naturaleza y los dioses para conservarla.

La felicidad no significa que nuestra vida sea perfecta. Nos aburriríamos tontamente si no hubiera desafíos u oportunidades de crecimiento personal. Un aspecto central de nuestra humanidad es llegar más allá de donde estamos, cómo nos relacionamos con el «ahora».

Algunas tradiciones espirituales y escuelas de psicología nos dicen que no son nuestras circunstancias las que nos hacen infelices, sino nuestra reacción a las circunstancias. Dicen que la felicidad es un estado mental. Puedes ser feliz sin importar lo que esté pasando si eliges serlo. Verdadero. Pero no es probable, al menos para la mayoría de las personas. Simplemente no estamos «allí» todavía.

Entonces, ¿cómo podemos llegar “allí”? Los caminos son variados como cada uno de nosotros. Sin embargo, ciertas visiones del mundo y cosmologías espirituales parecen tener un bloqueo para simplificar nuestras complejidades.

Muchas líneas de la sabiduría oriental preguntan: ¿Cuál es el sentido de la vida? Su respuesta es Conciencia. Los místicos andinos están de acuerdo. Lo que es tan útil acerca de la cosmovisión mística andina, sin embargo, es que el objetivo no es cultivar la conciencia para que puedas saltar más allá de lo humano (como lo interpretan algunas líneas orientales, etc.), experimentar el satori, alcanzar el nirvana, o ‘escapar de lo humano’. la rueda del karma’. En cambio, los maestros andinos dirían que nuestra misión no es liberar el sufrimiento, sino ‘ser alegría’. Y en primer lugar el estado de nuestra energía que debería importar.

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