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La estafa de Theranos y Elizabeth Holmes🕒 Tiempo estimado: 14 minutos de lectura

Elizabeth Holmes y su equipo convencieron a todo el mundo de que tenían una biotecnología revolucionaria de pruebas de sangre, pero al final resultó que era más falso que un billete de tres dólares. Incluso los empleados de Theranos sabían que era una estafa, pero no querían perder sus trabajos. Así que ya saben, nunca confíen en una empresa que promete hacer milagros con una tecnología secreta que nadie ha visto. Con la estafa de la biotecnología revolucionaria todos aprendimos la valiosa lección de que no podemos confiar en una empresa cuya herramienta secreta parece más una máquina de helados que un laboratorio médico real.

Elizabeth Holmes fue más sagaz que un zorro en un gallinero. Convenció a todo el mundo de que su tecnología de pruebas de sangre era la octava maravilla del mundo, y que podía hacer más con una gota de sangre que un vampiro en una noche de Halloween. Pero, ¿cómo logró engañar a todos?

En primer lugar, Elizabeth se presentaba con una apariencia que parecía sacada de una película de ciencia ficción, con un look monocromático de negro, y unos ojos que parecían que podían leer la mente de cualquiera. Y ya sabes lo que dicen, «la apariencia es todo», así que ya tenía al público cautivado pues se parecía enormemente a un gran visionario tecnológico, Steve Jobs.

Luego, Elizabeth se rodeó de un equipo de abogados y ex-generales de la armada que creaban una atmósfera de misterio y secreto alrededor de la empresa. Cada vez que alguien hacía preguntas sobre la tecnología, se desplegaba una cortina de humo y una respuesta evasiva que dejaba a todos con la boca abierta. En el ambiente de trabajo todo era ultrasecreto incluso entre departamentos.

Pero la verdadera clave del éxito de Elizabeth fue su habilidad para contar mentiras grandes. Convenció a los inversores, médicos y pacientes de que su tecnología era capaz de detectar cientos de enfermedades con una sola gota de sangre, cuando esto es un hecho biológicamente no realizable.

Para acabar con el tema abordado, Elizabeth Holmes fue una maestra del engaño, y logró engañar a todo el mundo con una combinación de apariencia, misterio y mentiras descaradas. Y por eso, amigos míos, es importante recordar que no debemos confiar en cualquier charlatán que prometa el cielo y la tierra sin pruebas concretas.

Aparentemente los «experimentos» que hacían eran más falsos que una sonrisa de político, y las máquinas de pruebas de sangre que supuestamente tenían ni siquiera estaban en uso sino que hacían simulaciones o fallaban estadísticamente demasiado para dar un valor objetivo. Además, utilizaron máquinas de otras compañías para poder resolver algunos de los análisis de sus clientes.

El origen de Theranos

Todo comenzó cuando una joven y ambiciosa estudiante llamada Elizabeth Holmes decidió que quería revolucionar el mundo de los análisis de sangre. ¿Cómo lo hizo? Bueno, simplemente inventando una máquina mágica que podía analizar múltiples pruebas de sangre a partir de una sola gota de sangre. Sí, lo has oído bien, ¡una sola gota!

Con esa idea loca en mente, Elizabeth se unió a su profesor de ingeniería eléctrica, Sunny Balwani, para formar Theranos. Juntos, se embarcaron en una misión para crear una tecnología que cambiaría la forma en que se hacían los análisis de sangre en todo el mundo.

Pero espera, la historia se vuelve aún más loca. A medida que la compañía crecía, Elizabeth se convirtió en una especie de mesías en el mundo empresarial y médico. Todo el mundo estaba emocionado por las posibilidades que ofrecía la tecnología de Theranos, y la compañía recaudó cientos de millones de dólares en inversión.

Sin embargo, lo que nadie sabía era que la tecnología de Theranos no funcionaba en absoluto. Sí, eso es correcto, ¡todo era una farsa! En lugar de la máquina mágica de análisis de sangre, lo que tenían era un conjunto de equipos médicos tradicionales que no podían hacer lo que afirmaban.

Pero eso no detuvo a Elizabeth. Siguió haciendo afirmaciones falsas y prometiendo a los inversores que todo estaba en marcha. Incluso intentó silenciar a los empleados que se dieron cuenta de que todo era una farsa.

Para acabar con el tema abordado, Theranos fue una gran estafa que se vendió como una gran oportunidad. Elizabeth y Sunny fueron los genios detrás de la farsa, y su ego y ambición los llevaron a cometer un fraude en grande. Al final, todo se derrumbó y la verdad salió a la luz, pero el daño ya estaba hecho. ¿Qué moraleja podemos sacar de todo esto? Bueno, que una sola gota de sangre no puede cambiar el mundo, pero una gran mentira puede destruir todo lo que construyes.

Finge hasta que lo consigas

Elizabeth Holmes es el ejemplo perfecto de alguien que llevó el dicho «fake it until you make it» (finge hasta que lo consigas) a un nivel completamente nuevo. De hecho, si hubiera un premio para la persona que mejor lo ha llevado a cabo, Elizabeth se llevaría el trofeo a casa sin ninguna duda.

Holmes comenzó su carrera con una gran idea: crear una tecnología que pudiera realizar análisis de sangre con solo una pequeña muestra. Pero cuando comenzó a buscar financiación, se dio cuenta de que nadie invertiría en ella si no podía demostrar que su tecnología funcionaba. Así que, como buena emprendedora, decidió fingir que ya lo había logrado como un mago en un espectáculo ante niños.

Creó un prototipo que parecía funcionar, aunque en realidad era una completa farsa. Pero, ¿qué importaba eso? Elizabeth sabía que si lograba convencer a suficientes personas de que su tecnología era real, acabaría consiguiendo lo que quería. Y así fue como consiguió recaudar millones de dólares de inversores, convencer a los grandes medios de comunicación de que era la próxima Steve Jobs y ganarse la confianza de grandes empresas como Walgreens. Aunque se rodeó de grandes profesionales sus ambiciones trascendían lo posible y la tecnología que prometían era imposible de ser desarrollada para su época.

Pero, como todos sabemos ahora, su tecnología no era real y toda su empresa era una gran mentira. Y aunque ella y su equipo intentaron seguir fingiendo que todo estaba bien, al final, el castillo de naipes se derrumbó porque poco a poco la presión y el malestar de jugar con vidas humanas hicieron que las personas más sensibles se apartarán a lo largo del curso de Theranos.

Así que, si alguna vez te encuentras en una situación en la que tienes que fingir algo para conseguir lo que quieres, asegúrate de no llevártelo tan lejos como Elizabeth Holmes. Porque, aunque fingir puede ser una estrategia efectiva para conseguir tus objetivos, si te pillan en una mentira, las consecuencias pueden ser bastante desagradables e incluso puedes acabar entre rejas.

Elizabeth Holmes, la fundadora, no sólo tenía un discurso persuasivo, sino que también sabía moverse en los círculos correctos. Y por «círculos correctos», me refiero a los que tienen un montón de dinero para invertir.

Y vaya que invirtieron. Empresarios, políticos, celebridades, ¡todos querían ser parte de esta maravilla tecnológica! Hasta que uno de ellos, el periodista John Carreyrou, empezó a oler algo raro. Y no, no era el olor de la sangre. Era el olor de la estafa.

Pero volvamos a la historia. Theranos se promocionó como la revolución de los análisis de sangre. Y, para ser justos, la idea era buena. El problema es que la tecnología que decían tener no existía. Bueno, tal vez existía, pero no funcionaba. O no funcionaba bien. O no funcionaba en absoluto. En fin, que era una estafa.

Pero eso no impidió que los inversores clave pusieran su dinero en Theranos. Por ejemplo, uno de ellos fue el ex Secretario de Estado Henry Kissinger. Sí, el mismo que ganó el Premio Nobel de la Paz. Y si tú le preguntas, seguro te dirá que le parecía una buena idea invertir en una empresa que prometía revolucionar el mundo de la medicina. Pero todos sabemos que la verdadera razón es que quería ver si podía engañar a la muerte.

Por su parte, Elizabeth Holmes no se quedó atrás en la promoción. Hablaba de su empresa con un entusiasmo y una seguridad que dejaba a todos con la boca abierta. Incluso se paseaba por ahí con su jeringa de sangre de un solo uso, mostrando al mundo cómo iba a cambiar la forma en que se hacen los análisis médicos.

Theranos se convirtió en un éxito gracias a la magia de la persuasión y el poder del dinero.

Las primeras críticas de Theranos

Algunos empiezan a preguntarse cómo es posible que Theranos pueda hacer todo lo que dice que puede hacer con tan solo una gota de sangre. Además, hay algunos que dicen que no hay suficientes pruebas para demostrar que su tecnología es fiable.

Pero, ¿cómo reaccionó la empresa ante estas críticas? Pues, como un perro que se muerde la cola, trataron de ocultar las críticas y negar que hubiera problemas. Incluso amenazaron con demandar a los periodistas que intentaron investigar la veracidad de sus afirmaciones pero esto no hizo más que desatar un efecto Streisand.

Pero, como dicen por ahí, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Los medios no tardaron en seguir la pista de los chismes y comenzaron a publicar sus propias investigaciones sobre Theranos.

Sin embargo, Elizabeth Holmes no se rindió fácilmente. Siguió promocionando su tecnología en conferencias y charlas, incluso aunque los resultados de sus pruebas no parecían ser muy precisos.

Y así es como empezó el declive de la burbuja de Theranos. La verdad estaba empezando a salir a la luz y no había manera de que la empresa pudiera seguir fingiendo que todo estaba bien. ¿Qué pasará después? ¡No te lo pierdas en el próximo capítulo!

Ian Gibbons, víctima colateral de la estafa

Ian Gibbons, el científico británico que trabajó en Theranos, es uno de los casos humanos más trágicos de la historia de la empresa.

Como jefe científico de la empresa, Gibbons estaba profundamente perturbado por las mentiras propagadas por Holmes. Se sorprendió especialmente cuando supo que Holmes estaba preparando una nueva sociedad con Walgreens para implementar el dispositivo en un «centro de bienestar», sabiendo que si no se hacía íntegramente con la tecnología de un competidor, el resultado no sería exacto. Gibbons le expresó sus preocupaciones a Holmes, pero ellos las ignoraron. Incluso fue despedido brevemente cuando se mostró que se alejaba, solo para regresar unas horas más tarde para evitar que filtrara información confidencial de la compañía. Gibbons intentó suicidarse el 16 de mayo de 2013, usando una droga mezclada con alcohol, y murió en el hospital una semana después por insuficiencia hepática.

La esposa de Gibbons, Rochelle, todavía culpa a Theranos por su muerte después de ver la forma en que años de mentiras, estrés y desinformación envolvieron a su esposo. Cuando Rochelle llamó para informar de la muerte de Gibbons, encontró a un asistente que había prometido notificar a Elizabeth Holmes, sin embargo, la única respuesta que Rochelle recibió de Holmes fue una llamada de un empleado de Theranos exigiendo que devolviera cualquier propiedad de la empresa.

Gibbons había sido uno de los principales investigadores involucrados en el desarrollo de la tecnología de análisis de sangre de Theranos. Según informes, él había expresado sus preocupaciones a Elizabeth Holmes sobre la fiabilidad de la tecnología, pero Holmes parecía no prestar atención a sus preocupaciones. Gibbons también había enfrentado presiones para que se retractara de sus afirmaciones de que la tecnología no funcionaba, y finalmente fue obligado a dejar su trabajo en la empresa.

Después de su muerte, surgieron informes de que Elizabeth Holmes y otros altos ejecutivos de Theranos habían acosado a Gibbons y lo habían culpado por los problemas de la empresa. Muchos críticos han acusado a Holmes de ser responsable de la muerte de Gibbons, argumentando que su presión y acoso contribuyeron a su suicidio.

Sin embargo, otros argumentan que es difícil atribuir la culpa a una sola persona en una situación tan compleja. La historia de Theranos es una de engaño y mala gestión empresarial, y hay muchos factores que contribuyeron a la trágica muerte de Ian Gibbons. Lo que es seguro es que su muerte es un recordatorio del daño que puede hacer la falta de ética y responsabilidad empresarial.

La caída de Theranos

Para empeorar las cosas, la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos) intervino y prohibió que Theranos siguiera haciendo pruebas con su tecnología.

Pero eso no fue lo peor. ¡No señor! Resulta que Elizabeth Holmes, la fundadora de Theranos, mintió descaradamente sobre la tecnología de la empresa. Afirmaba que era revolucionaria, pero en realidad era tan útil como un pez con gafas. Los inversores empezaron a retirar sus inversiones y la valoración de la empresa cayó en picada.

El escándalo se hizo cada vez más grande, y los medios de comunicación se hicieron eco de las irregularidades en la empresa. Al final, Elizabeth Holmes fue acusada de fraude y se enfrentó a cargos penales.

Impacto en la industria

Para empezar, los inversores han aprendido que no pueden confiar en promesas vacías y presentaciones de Power Point llenas de humo. Ya no se dejan engañar por un discurso bien ensayado y un estilo de vida glamuroso. Ahora saben que deben hacer su propia diligencia debida antes de invertir en una empresa.

Por otro lado, los reguladores también han tomado medidas para prevenir fraudes similares en el futuro. Han aumentado las medidas de control y han establecido sanciones más estrictas para los delitos financieros. ¡Así que cuidado, emprendedores fraudulentos, ya no se les escapará ni una!

Y finalmente, la sociedad en general ha aprendido a ser más crítica ante las nuevas tecnologías que prometen ser la solución a todos nuestros problemas. Ya no se cree en las soluciones rápidas y mágicas que parecen demasiado buenas para ser verdad. Ahora se espera una mayor transparencia y responsabilidad de parte de las empresas que ofrecen productos innovadores.

Para acabar con el tema abordado, la burbuja de Theranos nos ha enseñado que no hay atajos para el éxito, y que si algo parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente no lo es. Así que siempre se debe investigar y verificar antes de dar el visto bueno a cualquier inversión. Y, por supuesto, ¡nunca subestimes el poder de una buena muestra de sangre real!

Reflexiones finales sobre  Theranos

Después de todo lo ocurrido con la estafa de Theranos, hay algunas lecciones que podemos aprender. En primer lugar, no debemos dejarnos llevar por el hype y las promesas grandiosas de una empresa. Si algo parece demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo sea.

También es importante investigar y cuestionar cualquier tecnología que promete cambiar el mundo. No podemos dar por sentado que cualquier avance tecnológico es seguro o efectivo. Debemos hacer las preguntas correctas y no temer hacer sonar la alarma si algo no parece correcto.

Para evitar futuras estafas, es crucial que los reguladores estén alerta y tomen medidas para garantizar la transparencia y la responsabilidad en la industria de la tecnología. Los inversores también deben ser más críticos y cuidadosos al elegir en qué empresas invertir.

En cuanto al futuro de la industria de la tecnología, es probable que el caso de Theranos tenga un impacto duradero. Las empresas tendrán que trabajar más duro para ganarse la confianza de los consumidores y los inversores, y se requerirá una mayor transparencia en la presentación de informes y la divulgación de información.

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