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🎒 Mujer en la Historia de la Medicina🕒 Tiempo estimado: 6 minutos de lectura

Mujer en la Historia de la Medicina

A lo largo de la Historia ha habido siglos sabios y dichosos en que las mujeres escudriñaban la anatomía, auscultaban corazones y curaban dolencias. Hoy, mientras miramos hacia el futuro, no podemos olvidar el pasado.

En los albores de la historia, la medicina era un terreno exclusivo de los hombres, pero poco a poco, valientes mujeres comenzaron a desafiar las normas y a abrirse camino en este mundo tan inhóspito.

En aquellos tiempos, surgieron mujeres valientes y decididas que se adentraron en la medicina, dejando huella imborrable en la memoria de la humanidad. Como la gran Trotula, experta en ginecología, o la sabia y atrevida Hildegarda de Bingen, quien escribió sobre la curación con plantas y los efectos de los remedios.

En la Edad Antigua encontramos a Hipatia de Alejandría, quien en plena Edad Antigua se dedicó a la enseñanza de las matemáticas, la astronomía y la filosofía, y que también contribuyó al desarrollo de la medicina de su época.

Otra figura notable es la de Trotula de Salerno, quien en la Edad Media se convirtió en una de las primeras mujeres que ejerció como médico. Su obra «De passionibus mulierum curandarum» se convirtió en un referente en el campo de la ginecología y obstetricia.

También merece mención la figura de Florence Nightingale, quien en pleno siglo XIX se dedicó a la enfermería y fundó la primera escuela de enfermeras del mundo. Su labor en la atención de los heridos durante la Guerra de Crimea la convirtió en un símbolo de la humanidad y el cuidado del prójimo. También encontramos a la ilustre Mary Eliza Mahoney, la primera enfermera negra de los Estados Unidos, y a la eminente Elizabeth Blackwell, la primera mujer en graduarse como médico en una universidad estadounidense.

El rostro de la mujer en los albores de la medicina

Empecemos por el principio. La Prehistoria parecía estar dominada por hombres. Tanto fue así que los primeros prehistoriadores afirmaban que las mujeres no podían cazar, ya que su fuerza física no era suficiente para esta actividad peligrosa. Sin embargo, los estudios recientes han demostrado que las mujeres prehistóricas estaban dotadas de una fuerte musculatura y eran muy vigorosas, por lo que las tareas debieron haber sido compartidas de manera equitativa.

En la recolección de plantas, las mujeres prehistóricas debieron haber tenido un papel esencial. Y es que, a través del método de prueba y error, adquirieron los primeros conocimientos sobre plantas medicinales, lo que las convierte en los primeros médicos de la historia.

Pero la historia de la medicina no es completa sin la presencia de mujeres, aunque hayan sido silenciadas y marginadas durante siglos. Si se bucea en la antigüedad, se pueden encontrar nombres como el de Agnodice, una mujer del siglo III antes de Cristo, que ansiaba aprender medicina, pero como esta era una profesión prohibida a las mujeres, se cortó el cabello, se vistió de hombre y se fue a Alejandría para estudiar bajo la tutela de Herófilo. Al regresar a Peloponeso, se dedicó a la práctica de la ginecología. Sin embargo, los médicos acusaron a Agnodice de seducir a las mujeres a las que ayudaba, lo que llevó a su arresto y juicio. Fue en el juicio donde se descubrió que Agnodice era en realidad una mujer, lo que la llevó a ser condenada a muerte. Afortunadamente, las mujeres que había ayudado intervinieron en su favor y se le permitió continuar su trabajo.

En el siglo XI, la escuela de Salerno fue fundada cerca del monasterio benedictino de Montecassino, y allí destacó Trótula de Ruggiero, quien nació alrededor de 1110 y se desempeñó como profesora de ginecología. En su obra “Passionibus Mulierum Curandorum” (Las dolencias de las mujeres) abordó temas tan controvertidos como que la menstruación no era la causa de todos los males femeninos, y que las mujeres no eran las únicas responsables de la infertilidad. Además, preconizó el uso de plantas medicinales para aliviar el dolor del parto, un remedio que estaba prohibido en aquel momento.

Metrodora fue otra mujer griega que dejó su huella en la historia de la medicina. Se cree que vivió entre los siglos III y V después de Cristo y escribió “Sobre las enfermedades y curas de la mujer”, el texto médico más antiguo de la historia escrito por una mujer. La etimología de su nombre proviene de su profesión (metro, útero, y dora, regalo).

Luces en un mundo de sombras

No fue hasta el siglo XII cuando Europa comenzó a iluminar su oscura trayectoria. En este momento aparece Hildegarda de Bingen, la visionaria del Rhin, quien demostró ser una abadesa de habilidades polifacéticas. Conocedora de la física, la filosofía, la música y la medicina, dejó un legado valioso para la humanidad. En su obra médica, reveló secretos sobre la alimentación personalizada, recordándonos que lo que es beneficioso para algunos, no necesariamente lo es para todos. Su conocimiento sobre la cerveza y el orgasmo femenino, fueron un hito histórico.

En el siglo XIX, el médico español Francisco Xavier Balmis zarpa de A Coruña en la fragata «Maria Pita» para llevar la vacuna contra la viruela a los territorios españoles de ultramar. En la expedición, 22 niños huérfanos y una enfermera, Isabel Zendal, quienes ayudaron en el histórico esfuerzo por salvar vidas.

La dama de la lámpara, Florence Nightingale, y su equipo de enfermeras, lucharon valientemente en la Guerra de Crimea. Al observar la falta de agua potable y las epidemias intrahospitalarias, Florence fue capaz de implementar cambios cruciales en la atención sanitaria, salvando miles de vidas. Como pionera de la enfermería moderna, Nightingale sigue siendo un icono y ejemplo a seguir.

En el siglo XIX, Elizabeth Blackwell se convierte en la primera mujer en obtener un título universitario en medicina, abriendo el camino para otras mujeres. En España, Dolors Aleu Riera, se convierte en la primera mujer en licenciarse en medicina y ejercer la profesión durante 25 años.

En la Primera Guerra Mundial, Marie Curie, utilizando su habilidad para la ciencia, crea un sistema que lleva los rayos X portátiles a las líneas del frente. Con su ingenio, adaptó una dinamo a un camión para montar una flota de «Pequeños Curies» que ayudaron a salvar más de un millón de soldados heridos. Un logro que cambió el curso de la guerra.

Para ir acabando, no se puede ignorar el papel fundamental de Rosalind Franklin, la química inglesa que capturó la fotografía 51, una imagen decisiva en la comprensión de la estructura del ADN. Con su habilidad y dedicación, Franklin allanó el camino para futuras investigaciones en el campo de la biología molecular.

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