Métodos de Tortura Medieval🕒 Tiempo estimado: 6 minutos de lectura
La Edad Media presenció la invención de algunos de los métodos de tortura más crueles y dolorosos de la historia. Entre los siglos XII y XV, en particular, surgieron métodos de tortura cada vez más sádicos, impulsados por el deseo de extraer confesiones de las víctimas o imponer castigos severos.
Sin embargo, algunos de los métodos de tortura asociados popularmente con la Edad Media no se basan en hechos reales. Por ejemplo, la doncella de hierro, una jaula revestida de mortales púas de hierro, aparece en innumerables películas y obras literarias, así como en mazmorras de entretenimiento en todo el mundo. Sin embargo, en realidad, fue una invención victoriana sugerir que la Edad Media fue más brutal que la época victoriana. A pesar de ello, en la Edad Media se practicaron métodos de tortura igualmente crueles.
Desde desollar la piel de una persona hasta aplastarle las extremidades con un potro, aquí te presentamos ocho de las formas más espantosas de tortura medieval:
Métodos medievales para el castigo
El potro
Este dispositivo de tortura, introducido por primera vez en la Torre de Londres en 1420 por el duque de Exeter, fue popular debido a su capacidad para infligir un dolor insoportable con el objetivo de extorsionar confesiones, a menudo falsas, de los prisioneros. La víctima era atada a una estructura de madera, ya sea una tabla de madera o una escalera, mientras se giraba un sistema de manivelas que tensaba las cuerdas que sostenían las extremidades de la víctima, estirándolas más allá de su resistencia.
La tortura a menudo dejaba a las víctimas incapaces de caminar. En el caso de la reformadora religiosa Anne Askew, que fue condenada por herejía en 1546, su experiencia en el potro la dejó inmóvil y tuvo que ser llevada en una silla a la hoguera para ser quemada viva en Smithfield.
La rueda quebrada
Este dispositivo de tortura parecía utilizarse más como un castigo atroz con el objetivo de matar que para extraer confesiones o información. La rueda era similar a la que se adjunta a los carros, solo que tenía dientes o púas incrustados en su superficie en los que se colocaba a la aterrorizada víctima, atándola con sus extremidades descansando entre los dientes.
Con un martillo, el torturador aplastaba las extremidades de la víctima contra la rueda. El resultado inevitable después de un prolongado período de agonía para la víctima era que una vez muerta o apenas viva, la rueda se levantaba para que los espectadores la vieran.
Un uso alternativo del dispositivo consistía en atar al prisionero al exterior de la rueda con los pies anclados al suelo. Al girar la rueda, el cuerpo inmovilizado de la víctima se quebraba, lo que a menudo provocaba la muerte instantánea.
Tortura de ratas
Esta forma sádica de tortura representa los peores excesos de la imaginación humana y lo que el ser humano es capaz de hacer en nombre del castigo. La víctima era atada a una mesa boca arriba, mientras colocaban una rata en su pecho. Luego, se ponía un cubo o recipiente de metal o hierro sobre la rata, atrapándola.
A continuación, se encendía un fuego encima del contenedor, y la rata entraba en pánico debido al calor e intentaba escapar. Como la criatura no podía salir del cubo de metal, elegía la opción menos dolorosa y se abría camino frenéticamente hacia el pecho de la víctima.
Este método de tortura resultaba extremadamente cruel y aterrador para las víctimas, ya que experimentaban el dolor causado por las mordeduras de las ratas en su cuerpo.
El suplicio de la bota
En la época medieval, uno de los métodos de tortura más crueles y despiadados era el conocido como «el suplicio de la bota» o también llamado «bota española». Consistía en una especie de armazón de madera o hierro que se ajustaba cuidadosamente alrededor de las piernas de la víctima. Luego, se insertaban cunas de madera y, con la ayuda de mazos o martillos, se apretaban implacablemente, provocando así la fractura de los huesos de los pies de quien lo padecía.
La tortura del desollamiento
El desollamiento, una forma de tortura que tiene sus raíces en la época romana, se utilizaba tanto como castigo como un medio para infligir un sufrimiento lento y atroz a la víctima. Los asirios fueron los primeros en emplear esta práctica alrededor del 883-859 a. C., y su brutalidad se representa en antiguas esculturas que muestran la piel de la víctima siendo arrancada de su cuerpo con cuchillos afilados. La cantidad de piel que se retirara determinaba si la víctima sobrevivía o moría, generalmente debido al shock o la pérdida extrema de sangre.
Tornillo de mariposa
Este sencillo dispositivo, utilizado en la Europa medieval y moderna temprana, se consideraba una de las herramientas de tortura más efectivas. Su diseño, similar al de un tornillo de banco, constaba de dos placas de metal en las que se sujetaba el pulgar de la víctima, apretando luego el tornillo de banco. A veces, el dispositivo tenía pernos internos que perforaban las uñas y la piel, aumentando aún más el dolor infligido. Lo que lo hacía especialmente cruel era que rara vez causaba la muerte o el desmayo de la víctima, prolongando así su agonía durante largos períodos de tiempo.
El tormento del sumergimiento
Principalmente asociado con la tortura de las presuntas «brujas», el sumergimiento se utilizaba más como un método para obtener confesiones que como un medio de asesinato. La víctima era atada a una tabla o a un arco y sumergida de cabeza en el agua, luego se la sacaba justo antes de ahogarse. El «cucking» (sumergimiento en lugares públicos) también se practicaba como una forma de humillación. Se desarrollaron diversas versiones, desde un simple sistema de tablones hasta una silla que colgaba de una viga y se balanceaba en el agua. Esta cruel práctica alcanzó su apogeo durante la caza de brujas en los siglos XVI y XVII en Inglaterra, y réplicas de los «taburetes sumergibles» aún se pueden encontrar en ciudades y pueblos en todo el país.
El tormento del ataúd
La tortura del ataúd, que no debe confundirse con el entierro en vida, implicaba confinar a una persona en una pequeña jaula de metal o madera que luego se colgaba de una horca o de un árbol. La jaula tenía la forma del cuerpo humano y estaba ajustada alrededor de la víctima como un traje. La sensación del metal contra la piel resultaba extremadamente dolorosa. Este tormento se utilizaba como castigo por delitos menores, como blasfemia o insultos al monarca, y se llevaba a cabo en público para que las multitudes enfurecidas pudieran arrojar objetos a la víctima. La muerte generalmente ocurría debido a la exposición a condiciones climáticas extremas o a la falta de agua