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La vida de las mujeres en Rusia durante la URSS🕒 Tiempo estimado: 6 minutos de lectura

En las primeras décadas del siglo XX, el mundo fue testigo de un creciente clamor por los derechos de la mujer, una marea que se fue intensificando con el eco de la Primera Guerra Mundial. Europa, en su necesidad imperiosa, se vio compelida a abrazar el potencial de una fuerza laboral femenina hasta entonces relegada al olvido. En este contexto, Rusia no se mantuvo al margen.

Sin embargo, el año 1917 marcó un hito en la historia de esta nación, entonces sumida en un sistema autocrático. Fue el año en que se desató una revolución radical y transformadora, que no solo derribó al zar y siglos de rígidas tradiciones, sino que también dio paso a un nuevo régimen soviético, decidido a reconfigurar la estructura social de maneras inimaginadas, especialmente en lo que respectaba a la mujer.

Durante los 70 años que siguieron, bajo el manto de la Unión Soviética (1922-1991), se abrieron ante las mujeres horizontes de autonomía e independencia nunca antes vistos. A pesar de que la retórica oficial promulgaba la igualdad, la realidad era más matizada y compleja. Así, surge la interrogante: ¿cómo era verdaderamente la vida de las mujeres en la URSS?

La Revolución Rusa y el Despertar Femenino

En 1917, Rusia experimentó una transformación radical con el derrocamiento del régimen zarista durante la Revolución de Febrero. Las mujeres no fueron meras espectadoras en este cambio histórico; ellas fueron protagonistas desde el primer acto, pues un detonante crucial de esta revuelta fue el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. Ese día, multitudes de mujeres inundaron las calles de Petrogrado, elevando sus voces contra las adversidades sufridas y uniéndose posteriormente a los trabajadores en huelga, culminando en una ocupación masiva que precipitó la abdicación del zar Nicolás II.

El nuevo Gobierno Provisional reconoció el derecho al voto femenino y promovió su igualdad en la función pública. Un número sin precedentes de mujeres se alistó en el ejército, y surgieron unidades de combate exclusivamente femeninas.

La Ideología Bolchevique y la Reconfiguración del Rol Femenino

En octubre de 1917, los bolcheviques, bajo la bandera del comunismo, tomaron el poder. Con el establecimiento de la Unión Soviética en 1922, liderada por figuras como Vladimir Lenin y posteriormente Joseph Stalin, se buscó no solo una igualdad formal entre hombres y mujeres, sino también una reestructuración de la noción misma de familia.

Las leyes se liberalizaron en ámbitos como el divorcio y el aborto, y se avanzó en derechos que hasta entonces eran impensables. La mujer fue reimaginada no como una mera figura doméstica, sino como un pilar esencial en la construcción de una sociedad proletaria. Lenin mismo criticó la esclavitud doméstica que subyugaba a las mujeres, privándolas de su potencial.

Mujeres en la Vanguardia de la Revolución

Dentro de las filas bolcheviques, varias mujeres se destacaron por su lucha incansable en pos de políticas feministas y la creación de organizaciones dedicadas a la causa femenina. Inessa Armand y Alexandra Kollontai son figuras emblemáticas de este movimiento. Armand, en particular, se convirtió en una de las mujeres más influyentes de Moscú, liderando el Zhenotdel, un departamento del Partido Comunista dedicado a la lucha por la igualdad de la mujer en toda la Unión Soviética.

Esta narrativa no solo relata hechos, sino que desentraña el espíritu de una época donde las mujeres, a través de su lucha y resiliencia, no solo modelaron su destino sino también el de una nación en transformación. Así, la historia de la mujer en la Rusia revolucionaria y la URSS se erige como un testamento de fortaleza, desafío y esperanza, un legado que resuena hasta nuestros días.

El impacto en la fuerza laboral femenina

Entre 1923 y 1930, el acceso de las mujeres a la fuerza laboral en la Unión Soviética experimentó un crecimiento significativo, con un aumento considerable en el número de mujeres empleadas, incluyendo puestos altamente calificados. A muchas mujeres se les alentó a convertirse en médicas, periodistas, científicas, abogadas y ocupar roles que en Occidente no estaban disponibles para las mujeres durante mucho tiempo. Durante los últimos años de la Guerra Fría, las mujeres soviéticas a menudo lideraban logros globales, como Valentina Tereshkova, la primera mujer en el espacio.

Además, se fomentó el trabajo físico para las mujeres, quienes desempeñaron roles como agricultoras, trabajadoras de la construcción y camioneras, actividades vitales para la recuperación de Rusia durante años de dificultades económicas y hambruna. El reclutamiento de mujeres en las fuerzas armadas también aumentó, con entre 50,000 y 70,000 mujeres enlistadas en el Ejército Rojo en 1920, lo que representaba el 2% de la fuerza total. Durante la Segunda Guerra Mundial, surgieron regimientos exclusivamente femeninos, como las «Brujas Nocturnas», un escuadrón de bombarderos altamente efectivo.

Vida doméstica y desafíos Sin embargo, a pesar de las oportunidades laborales que se abrieron para las mujeres en la Unión Soviética, el trabajo doméstico todavía se consideraba principalmente responsabilidad de las mujeres. Esto significaba que las mujeres realizaban trabajos agotadores durante el día y luego regresaban a casa para ocuparse de las tareas del hogar, como cocinar, limpiar y cuidar de los niños. Además, las mujeres no alcanzaron una verdadera igualdad de género en la sociedad, ya que se les prefería para ciertos trabajos, como roles agrícolas, y en su mayoría estaban excluidas de los puestos de alto poder.

A pesar de las afirmaciones de igualdad en la Constitución de la Unión Soviética de 1936, las políticas pronatales de Stalin restringieron el acceso al aborto y el divorcio, y muchas instituciones para mujeres cerraron, ya que el Partido Comunista consideraba que su trabajo estaba completo. Durante la Segunda Guerra Mundial, se esperaba que las mujeres encarnaran la «madre patria» y el patriotismo.

La caída de la URSS y el surgimiento del feminismo En la década de 1980, las mujeres soviéticas comenzaron a adoptar puntos de vista feministas más occidentalizados, centrados en la individualidad y la democracia, y comenzaron a exigir mayores derechos. Sin embargo, las reformas liberales de Gorbachev reestructuraron a Rusia hacia una sociedad más patriarcal y neotradicional. Por ejemplo, las elecciones al Congreso de junio de 1989 redujeron el número de mujeres representantes, alejándolas aún más de la esfera de influencia.

A pesar de estas cargas, las mujeres establecieron redes de apoyo político y social, crearon consejos de mujeres en los lugares de trabajo, fundaron organizaciones de mujeres independientes y promovieron el lema «la democracia sin mujeres no es democracia», marcando el surgimiento de un nuevo movimiento feminista ruso.

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