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Espionaje Soviético: Los Rosenberg🕒 Tiempo estimado: 9 minutos de lectura

En la noche del 19 de junio de 1953, Julius y Ethel Rosenberg, condenados por espionaje en favor de la Unión Soviética, encontraron su final en la silla eléctrica de la célebre prisión de Sing Sing en Nueva York. Su ejecución marcó un hito histórico: fueron los únicos civiles estadounidenses condenados a muerte por espionaje durante la Guerra Fría.

Este evento dividió opiniones. Por un lado, algunos argumentaban que su castigo era justo, sugiriendo que la información que los Rosenberg proporcionaron a la URSS aceleró el desarrollo de su primera bomba atómica en aproximadamente un año. Por otro, voces dentro y fuera de Estados Unidos clamaban que la pareja era víctima de la paranoia propia de la Guerra Fría, tachando sus ejecuciones de injustas.

La controversia en torno al caso de los Rosenberg persiste, pero es ampliamente reconocido que su juicio y condena reflejaron la obsesión estadounidense con la carrera armamentista nuclear, el anticomunismo y la preservación de su imagen a nivel mundial. Esta es la historia de Julius y Ethel Rosenberg, dos figuras emblemáticas de este periodo.

Los Rosenberg

Ethel Greenglass, nacida en 1915 en una familia judía neoyorquina, se unió a la Liga de Jóvenes Comunistas a principios de los años 30. Fue en este entorno donde conoció a Julius Rosenberg en 1936. Julius, proveniente de una familia de inmigrantes judíos del Imperio ruso, se había graduado en ingeniería eléctrica. La pareja contrajo matrimonio en 1939 y tuvo dos hijos. Ambos compartían un ferviente apoyo al comunismo.

Julius se incorporó al Cuerpo de Señales del Ejército de EE. UU. en 1940 como ingeniero civil, renunciando al Partido Comunista para disipar sospechas. Durante su servicio, se dedicó a la investigación en electrónica, comunicaciones, radar y control de misiles guiados. Sin embargo, fue despedido en 1945 tras descubrirse su pasada afiliación comunista.

Se sospecha que Julius empezó a espiar para el Ministerio del Interior soviético en 1942, en un momento en que, aunque la URSS era aliada de las potencias occidentales, Estados Unidos mantenía en secreto su desarrollo de armas nucleares a través del Proyecto Manhattan.

Julius Rosenberg reclutó a varios espías, incluidos el ingeniero atómico Russell McNutt, el hermano de Ethel, David Greenglass, y su esposa Ruth. En 1945, esta red de espionaje suministró a la Unión Soviética información crítica, como detalles sobre lentes explosivos para bombas atómicas, secretos de física nuclear, documentos del Comité Asesor Nacional de Aeronáutica y datos para la fabricación de uranio enriquecido. El rápido desarrollo de la bomba nuclear soviética, probada por primera vez el 29 de agosto de 1949, sorprendió a Estados Unidos y sus aliados.

En 1949, el Servicio de Inteligencia de Señales del ejército estadounidense destapó la red de espionaje soviética, lo que llevó al arresto de los Rosenberg. Fueron acusados de violar la Ley de Secretos Oficiales, aunque no de traición, ya que Estados Unidos no estaba en guerra con la Unión Soviética.

Juicio de los Rosenberg

El 6 de marzo de 1951 comenzó el juicio en Nueva York. Durante casi un mes, se acusó a la pareja de conspiración y de suministrar secretos atómicos a la URSS. Emanuel y Alexander Bloch, sus abogados, también defendieron a Morton Sobell, otro acusado de espionaje.

El juez Irving R. Kaufman inició el juicio declarando que las pruebas mostrarían la lealtad de los Rosenberg y Sobell al comunismo, tanto en Estados Unidos como a nivel mundial, y su implicación en una red de espionaje soviético. Julius y Ethel se acogieron a la Quinta Enmienda, negándose a responder preguntas sobre espionaje o su pertenencia al Partido Comunista, lo que muchos interpretaron como una admisión de culpabilidad. Además, rehusaron incriminar a terceros.

El testimonio clave contra los Rosenberg vino de David y Ruth Greenglass. David, hermano de Ethel, fue arrestado por espionaje en junio de 1950 y, junto a su esposa, testificó contra su propia hermana. La acusación de conspiración no requería evidencia contundente.

Esta trama se desarrolla con un telón de fondo de miedo y desconfianza característico de la Guerra Fría, reflejando las tensiones y la paranoia de una era definida por el espionaje y la carrera armamentista nuclear. La historia de los Rosenberg, con sus complejidades y controversias, sigue siendo un capítulo destacado en la historia de la Guerra Fría y de Estados Unidos.

En agosto de 1950, David Greenglass, hermano de Ethel Greenglass Rosenberg, compareció en secreto ante un gran jurado. Allí, acusó a Julius Rosenberg de haberlo reclutado en una red de espionaje soviética, aunque inicialmente negó que Ethel tuviese cualquier involucramiento en dichas actividades. Esta declaración se convirtió en un eslabón frágil en la cadena de acusaciones contra Ethel, notablemente por no haberse presentado a la defensa durante el juicio de los Rosenberg.

Diez días antes del comienzo del juicio en febrero de 1951, David Greenglass modificó radicalmente su testimonio, implicando ahora a ambos, Julius y Ethel, en la red de espías. Este cambio se produjo tras un acuerdo que permitía a su esposa Ruth quedarse con sus hijos. Greenglass afirmó que Ethel había ayudado a Julius a reclutarlo en 1944, y que había estado presente y participado activamente en las reuniones de espionaje en el apartamento de los Rosenberg en Nueva York, incluso transcribiendo notas. Este giro en su testimonio también resultó en la retirada de los cargos contra Ruth Greenglass.

El 29 de marzo de 1951, el tribunal condenó a Julius y Ethel Rosenberg por conspiración para cometer espionaje, sentenciándolos a muerte. El juez Kaufman, al pronunciar la sentencia, expresó que consideraba sus crímenes peores que el asesinato, ya que ponían la bomba atómica en manos soviéticas, lo que podría costar millones de vidas inocentes.

A pesar de la percepción pública en Estados Unidos de que el espionaje soviético era una amenaza seria, el veredicto generó opiniones divididas. Muchos creían que los Rosenberg eran perseguidos por sus pasadas afiliaciones comunistas, lo que desató protestas a nivel nacional e internacional. Sus abogados intentaron anular el veredicto, pero no obtuvieron el apoyo de los presidentes Truman ni Eisenhower. J. Edgar Hoover expresó su oposición a la ejecución, especialmente de Ethel, por las posibles repercusiones negativas para el FBI y el Departamento de Justicia.

En agosto de 1950, David Greenglass, hermano de Ethel Greenglass Rosenberg, compareció en secreto ante un gran jurado. Allí, acusó a Julius Rosenberg de haberlo reclutado en una red de espionaje soviética, aunque inicialmente negó que Ethel tuviese cualquier involucramiento en dichas actividades. Esta declaración se convirtió en un eslabón frágil en la cadena de acusaciones contra Ethel, notablemente por no haberse presentado a la defensa durante el juicio de los Rosenberg.

Diez días antes del comienzo del juicio en febrero de 1951, David Greenglass modificó radicalmente su testimonio, implicando ahora a ambos, Julius y Ethel, en la red de espías. Este cambio se produjo tras un acuerdo que permitía a su esposa Ruth quedarse con sus hijos. Greenglass afirmó que Ethel había ayudado a Julius a reclutarlo en 1944, y que había estado presente y participado activamente en las reuniones de espionaje en el apartamento de los Rosenberg en Nueva York, incluso transcribiendo notas. Este giro en su testimonio también resultó en la retirada de los cargos contra Ruth Greenglass.

Condena y ejecución de los Rosenberg

El 29 de marzo de 1951, el tribunal condenó a Julius y Ethel Rosenberg por conspiración para cometer espionaje, sentenciándolos a muerte. El juez Kaufman, al pronunciar la sentencia, expresó que consideraba sus crímenes peores que el asesinato, ya que ponían la bomba atómica en manos soviéticas, lo que podría costar millones de vidas inocentes.

A pesar de la percepción pública en Estados Unidos de que el espionaje soviético era una amenaza seria, el veredicto generó opiniones divididas. Muchos creían que los Rosenberg eran perseguidos por sus pasadas afiliaciones comunistas, lo que desató protestas a nivel nacional e internacional. Sus abogados intentaron anular el veredicto, pero no obtuvieron el apoyo de los presidentes Truman ni Eisenhower. J. Edgar Hoover expresó su oposición a la ejecución, especialmente de Ethel, por las posibles repercusiones negativas para el FBI y el Departamento de Justicia.

El 19 de junio de 1953, los Rosenberg fueron ejecutados. La ejecución de Ethel, particularmente trágica, resultó en fallas (su corazón seguía latiendo tras tres descargas eléctricas) y se reportó humo saliendo de su cabeza. Fueron enterrados en el cementerio Wellwood de Nueva York, donde asistieron 500 personas a su funeral, mientras otras 10.000 se congregaron fuera.

El caso de los Rosenberg sigue siendo un tema de intenso debate. La credibilidad de las pruebas contra Ethel ha sido cuestionada, especialmente después de que David Greenglass admitiera en una entrevista que su esposa era más importante para él que su hermana. Algunos historiadores sostienen que Ethel pudo haber estado presente en reuniones con Julius y sus fuentes, pero no hay evidencia concreta de que haya escrito notas.

Existen opiniones de que los Rosenberg fueron «culpables e incriminados», es decir, que aunque participaron en espionaje, se fabricaron pruebas importantes contra ellos, resultando en un juicio y una condena injustos. Desde un punto de vista científico, se argumenta que la información que David y Julius proporcionaron a la Unión Soviética no era de gran relevancia, ya que no era muy detallada.

El juicio y la ejecución de los Rosenberg resaltan la tensión política, tecnológica y social de la época en Estados Unidos. Independientemente de la verdad exacta, la magnitud de su ejecución por espionaje refleja profundamente el clima de temor y la turbulenta historia política de la nación durante esa era

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