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Edad Heroica de la Exploración Antártica🕒 Tiempo estimado: 5 minutos de lectura

Edad Heroica de la Exploración Antártica

El “descubrimiento” de América por los europeos en 1492 marcó el comienzo de una era de descubrimientos que duraría hasta principios del siglo XX. Hombres (y mujeres) corrieron para explorar cada centímetro del mundo, compitiendo entre sí para navegar más lejos que nunca hacia lo desconocido, cartografiando el mundo con mayor detalle.

La llamada “era heroica de la exploración antártica” comenzó a finales del siglo XIX y terminó aproximadamente al mismo tiempo que el final de la Primera Guerra Mundial: 17 expediciones diferentes de 10 países diferentes lanzaron expediciones antárticas con diferentes objetivos y distintos niveles de éxito.

Pero, ¿qué había exactamente detrás de este impulso final para alcanzar los límites más lejanos del hemisferio sur?

Exploración de la Antártida

El precursor de la era heroica de la exploración, a menudo denominada simplemente “era de la exploración”, alcanzó su punto máximo en los siglos XVII y XVIII. En él, hombres como el Capitán Cook trazaron mapas de gran parte del hemisferio sur, llevando sus hallazgos a Europa y cambiando la comprensión de los europeos sobre la geografía global.

La existencia del Polo Norte se conocía desde hacía mucho tiempo, pero Cook fue el primer europeo en navegar hacia el Círculo Antártico y plantear la hipótesis de que debía haber una enorme masa de hielo en algún lugar del extremo sur de la Tierra.

A principios del siglo XIX, había un creciente interés en explorar el Polo Sur, sobre todo con fines económicos, ya que los cazadores de focas y balleneros esperaban acceder a una nueva población que antes no había sido explotada.

Sin embargo, los mares helados y la falta de éxito significaron que muchos perdieron el interés en llegar al Polo Sur y, en cambio, dirigieron sus intereses hacia el norte, intentando descubrir un Paso del Noroeste y mapear la capa de hielo polar. Después de varios fracasos en este frente, poco a poco la atención comenzó a reorientarse hacia la Antártida: a principios de la década de 1890 se iniciaron expediciones, y los británicos (junto con Australia y Nueva Zelanda) fueron pioneros en muchas de estas expediciones.

¿Éxito antártico?

A finales de la década de 1890, la Antártida había capturado la imaginación del público: había comenzado la carrera para descubrir este enorme continente. Durante las siguientes dos décadas, las expediciones compitieron para establecer el nuevo récord de llegar más lejos al sur, con el objetivo final de ser los primeros en llegar al propio Polo Sur.

En 1907, la expedición Nimrod de Shackleton se convirtió en la primera en alcanzar el Polo Sur magnético, y en 1911, Roald Amundsen se convirtió en el primer hombre en llegar al Polo Sur, seis semanas antes que Robert Scott, su competencia. Sin embargo, el descubrimiento del polo no fue el final de la exploración antártica: todavía se consideraba importante comprender la geografía del continente, incluido atravesarlo, mapearlo y registrarlo, y hubo varias expediciones posteriores para hacer precisamente eso.

Lleno de peligro

La tecnología de principios del siglo XX estaba lejos de lo que es hoy. La exploración polar estaba plagada de peligros, entre ellos la congelación, la ceguera por la nieve, las grietas y los mares helados. La desnutrición y el hambre también podrían comenzar a aparecer: mientras que se había identificado y comprendido el escorbuto (una enfermedad causada por una deficiencia de vitamina C), muchos exploradores polares perecieron a causa del beriberi (una deficiencia de vitamina) y el hambre.

El equipo era algo rudimentario: los hombres copiaban las técnicas inuit, usando cueros y pieles de animales como focas y renos para protegerse de lo peor del frío, pero cuando estaban mojados eran extremadamente pesados e incómodos. Se utilizaba lona para protegerse del viento y el agua, pero también era extremadamente pesada.

El explorador noruego Roald Amundsen tuvo éxito en las expediciones polares en parte debido a su uso de perros para tirar de los trineos: los equipos británicos a menudo preferían depender únicamente de la mano de obra, lo que los ralentizaba y hacía la vida más difícil. La fallida expedición antártica de Scott de 1910-1913, por ejemplo, planeaba cubrir 1.800 millas en cuatro meses, lo que se reduce a aproximadamente 15 millas por día en un terreno implacable. Muchos de los que emprendieron estas expediciones sabían que era posible que no regresaran a casa.

¿Una época heroica?

La exploración antártica estuvo plagada de peligros. Desde glaciares y grietas hasta barcos que quedaban atrapados en el hielo y tormentas polares, estos viajes eran peligrosos y potencialmente mortales. Los exploradores normalmente no tenían ningún método para comunicarse con el mundo exterior y utilizaban equipos que rara vez se adaptaban al clima antártico. Como tales, estas expediciones –y quienes se embarcaron en ellas– han sido a menudo descritas como “heroicas”.

Pero no todo el mundo está de acuerdo con esta valoración. Muchos contemporáneos de la época heroica de la exploración citaron la imprudencia de estas expediciones y los historiadores han debatido los méritos de sus esfuerzos. De cualquier manera, ya sean heroicos o tontos, los exploradores polares del siglo XX sin duda lograron algunas hazañas notables de supervivencia y resistencia.

En los últimos años, la gente ha intentado recrear algunas de las expediciones antárticas más famosas, e incluso con el beneficio de la retrospectiva y las tecnologías modernas, a menudo han tenido dificultades para completar los mismos viajes que hicieron estos hombres.

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