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Edad de Piedra: Herramientas y Armas de Nuestros Antepasados🕒 Tiempo estimado: 5 minutos de lectura

Edad de Piedra Herramientas y Armas de Nuestros Antepasados

La Edad de Piedra se inició hace aproximadamente 2,6 millones de años, cuando se descubrieron las primeras evidencias de que los seres humanos utilizaban herramientas de piedra. Esta era abarcó hasta alrededor del 3300 a.C., cuando comenzó la Edad del Bronce. Por lo general, se divide en tres períodos: el Paleolítico, el Mesolítico y el Neolítico.

Durante gran parte del Paleolítico temprano, la Tierra experimentó una Edad de Hielo, y los humanos vivían en grupos nómadas pequeños que cazaban megafauna, como mastodontes, felinos con dientes de sable, perezosos terrestres gigantes, mamuts lanudos, bisontes gigantes y ciervos. Por lo tanto, necesitaban herramientas y armas para cazar, matar y procesar a sus presas eficazmente, así como para crear ropa y estructuras cálidas y portátiles.

Nuestra comprensión de la vida en la Edad de Piedra proviene en gran parte de las armas y herramientas que dejaron atrás. Un hallazgo interesante en los primeros descubrimientos de herramientas y armas es que estaban diseñados para personas diestras, lo que sugiere que la tendencia hacia la diestrez se manifestó desde muy temprano.

Herramientas y utensilios de la Edad de Piedra

A continuación, se presenta un resumen de algunas de las herramientas y armas más utilizadas durante la Edad de Piedra.

Las lanzas y las flechas eran esenciales. Estas herramientas compuestas, hechas de madera y piedra, constaban de un eje de madera unido a una punta de piedra mediante fibras vegetales o tendones animales.

Las lanzas eran armas simples pero letales y efectivas. Tenían una punta de madera afilada en forma de hoja triangular y se utilizaban ampliamente tanto en la caza como en la guerra, tanto por cazadores a pie como por jinetes. Se lanzaban o se utilizaban para apuñalar animales o enemigos en combate cuerpo a cuerpo.

Las flechas, por otro lado, estaban hechas de madera y tenían puntas afiladas y puntiagudas. A menudo, tenían plumas en la parte trasera y, ocasionalmente, se les añadían materiales explosivos en la punta. El arco y la flecha eran una parte esencial del arsenal de un cazador y resultaban mortales tanto en la caza como en la guerra.

Además de lanzas y flechas, las hachas también se usaban ampliamente. Se afilaban tallándolas contra una roca y, aunque tenían un alcance más limitado, eran muy efectivas en el combate cuerpo a cuerpo. También resultaban útiles para procesar carne de animales, cortar madera y despejar maleza.

Arpones y redes facilitaron la captura de animales evasivos. Existen pruebas de que hacia el final de la Edad de Piedra se empleaban arpones para abatir a grandes criaturas marinas como ballenas, atunes y peces espada. Estos arpones se amarraban a una cuerda con el propósito de atraer al animal hacia el cazador.

También se valían de redes, las cuales presentaban la ventaja de no requerir un contacto humano directo. Estas redes estaban confeccionadas a partir de cuerdas o hilos fabricados a partir de fibras vegetales o tendones de animales, o incluso ramas de árboles con pequeños espacios entre ellas para poder atrapar presas de mayor tamaño y resistencia, tanto en la tierra como en el mar.

Se utilizaron distintos tipos de piedras para la carnicería y la artesanía. Entre las herramientas más simples de la antigua Edad de Piedra se encontraban las piedras martillo. Estas se fabricaban a partir de piedras duras y prácticamente indestructibles, como arenisca, cuarcita o piedra caliza, y se utilizaban para golpear huesos de animales y triturar o golpear otras piedras.

A menudo, las piedras martillo se empleaban para producir escamas, mediante la técnica de golpear otras piedras hasta desprender escamas más pequeñas y afiladas. Posteriormente, estas lascas de piedra se afilaban para utilizarlas como armas, como hachas, arcos y flechas.

Las escamas de piedra especialmente afiladas, conocidas como picadoras, se empleaban para realizar tareas más detalladas en la carnicería, como dividir la carne en trozos más pequeños o cortar la piel y el pelaje. También se utilizaban para cortar plantas y raíces, así como para cortar tejidos destinados a la ropa de abrigo y estructuras portátiles similares a tiendas de campaña.

Los raspadores se confeccionaban también con piedras pequeñas y afiladas, y se empleaban para transformar pieles en bruto en tiendas de campaña, ropa y otros objetos útiles. La dimensión y el peso de estos raspadores variaban según la tarea a la que se destinaban.

No todas las armas de la Edad de Piedra estaban hechas de piedra. Existen evidencias de que grupos de seres humanos experimentaron con otros materiales, incluyendo hueso, marfil y astas, especialmente en el período posterior de la Edad de Piedra. Estos materiales se utilizaron para crear agujas de hueso y marfil, flautas de hueso para la música y escamas de piedra con forma de cincel que se empleaban para tallar astas, madera u otros objetos, así como para crear obras de arte en las paredes de las cuevas.

Con el tiempo, las armas y herramientas se diversificaron y se crearon «juegos de herramientas«, lo que sugiere un ritmo de innovación más acelerado. Por ejemplo, durante el Mesolítico, una lasca podía servir como herramienta con uno de sus lados como cuchillo, otro como piedra martillo y el tercero como raspador. Diferentes métodos para fabricar herramientas similares también indican la emergencia de identidades culturales distintas.

La cerámica también se usaba para la preparación y el almacenamiento de alimentos. La cerámica más antigua conocida se halló en un yacimiento arqueológico en Japón, donde se descubrieron fragmentos de recipientes de arcilla empleados para la preparación de alimentos que datan de hasta 16.500 años atrás.

A pesar de que en ocasiones se tiende a considerar que la Edad de Piedra fue una era rudimentaria o poco sofisticada, se han encontrado numerosas herramientas y armas que demuestran que nuestros antepasados eran sumamente innovadores, colaborativos y resistentes en su lucha por sobrevivir en un entorno a menudo despiadadamente hostil

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