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Ascenso y caída de Pablo Escobar🕒 Tiempo estimado: 8 minutos de lectura

Pablo Escobar

En los anales de la historia criminal, el nombre de Pablo Escobar ocupa un lugar destacado. Un carismático y despiadado capo de la droga colombiano, Escobar ascendió desde orígenes humildes para convertirse en el criminal más poderoso y temido del mundo. Sin embargo, su meteórico ascenso solo fue igualado por su catastrófica caída.

Aquí profundizamos en la vida y muerte del infame Pablo Escobar.

Vida temprana

Pablo Emilio Escobar Gaviria nació el 1 de diciembre de 1949, en Rionegro, Antioquia, en Colombia, y provenía de un entorno humilde. Criado en Medellín como el tercero de siete hijos, su padre era agricultor y su madre trabajaba como maestra.

Desde temprano, Escobar demostró su espíritu emprendedor (y tendencias criminales), participando en varios esquemas como la venta de diplomas falsos, contrabando de equipos estéreo y venta de lápidas robadas.

Dejó la escuela en 1966 justo antes de cumplir 17 años, pero regresó dos años después. Su dura vida en las calles de Medellín había moldeado la opinión de sus maestros sobre él, y un año después, Escobar abandonó la escuela nuevamente. Sin embargo, habiendo falsificado un diploma de secundaria, Escobar estudió brevemente en la universidad con sueños de convertirse en abogado criminalista, político e incluso presidente, pero abandonó debido a restricciones financieras.

No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a robar autos (lo que resultó en su primer arresto en 1974), y jugó un papel destacado en controlar el mercado de cigarrillos de contrabando.

En la década de 1970, Colombia surgió como un lugar clave para el contrabando de marihuana, y Escobar inicialmente trabajó como un pequeño traficante de marihuana para varios narcotraficantes. (Durante este tiempo, Escobar secuestró notablemente al empresario Diego Echavarria, asesinándolo más tarde en 1971, a pesar de haber recibido el rescate de $50,000).

Gradualmente hizo la transición al comercio de cocaína, reconociendo el inmenso potencial de ganancias debido a la posición estratégica de Colombia entre los centros de cultivo de coca en el sur y el lucrativo mercado norteamericano.

Imperio de la cocaína

El ascenso de Escobar en el mundo de los narcóticos fue espectacular. En 1976, fundó una organización criminal que evolucionó hacia el infame Cartel de Medellín, una organización de tráfico de drogas con sede en Medellín, Colombia, que llegaría a convertirse en uno de los grupos criminales más poderosos e influyentes de la historia.

Durante finales de la década de 1970 y principios de la de 1980, Escobar jugó un papel crucial en la era de los ‘vaqueros de la cocaína’ en Miami. Su red de contrabandistas utilizó métodos ingeniosos para establecer las primeras rutas de contrabando, transportando grandes cantidades de cocaína desde Perú, Bolivia y Ecuador a través de Colombia y hacia América. Esta operación involucraba varios medios, desde submarinos hasta pequeñas aeronaves aterrizando en campos remotos.

El meteórico ascenso de Escobar llamó la atención del Servicio de Seguridad Colombiano, lo que llevó a su arresto en mayo de 1976 cuando se descubrió una cantidad significativa de cocaína en su automóvil. Logrando influir en el proceso legal, fue liberado; al año siguiente, el agente que lo había arrestado fue asesinado.

La infiltración de Escobar en el mercado de la droga creó una demanda sin precedentes de cocaína en América. Bajo su liderazgo, el Cartel de Medellín llegó a dominar el comercio global de cocaína, controlando más del 80% de la cocaína enviada a América. Esta inmensa operación le generó un estimado de $420 millones a la semana, y el apodo de ‘El Rey de la Cocaína’. Para la década de 1980, el volumen de cocaína que entraba en EE. UU. (aproximadamente 70-80 toneladas por mes) hizo de Escobar una de las diez personas más ricas del planeta, con un patrimonio neto estimado de alrededor de $30 mil millones, según Forbes.

Riqueza

La vasta riqueza de Escobar le permitió llevar un estilo de vida lujoso, incluyendo aviones privados, una escapada caribeña en Isla Grande, y numerosas casas lujosas y refugios seguros, incluyendo una propiedad de 7,000 acres en Antioquia que compró por $63 millones. Fue aquí donde construyó su lujoso rancho, Hacienda Nápoles, que incluía un zoológico con alrededor de 200 animales (incluyendo elefantes, jirafas y hipopótamos), un lago, jardín de esculturas, pista de aterrizaje, plaza de toros privada, campo de fútbol, cancha de tenis, lagos artificiales y numerosas otras comodidades para su familia y el cartel.

Escobar pagaba generosamente a su personal y se ganó una reputación por sus esfuerzos filantrópicos, gastando millones en desarrollar algunos de los barrios más empobrecidos de Medellín, construyendo viviendas, parques, estadios de fútbol, hospitales, escuelas e iglesias, dejando un legado complejo de criminalidad e inversión social.

Para finales de la década de 1980, la riqueza de Escobar era tal que supuestamente ofreció pagar la deuda de $10 mil millones de Colombia a cambio de la exención de cualquier tratado de extradición. Durante sus últimos años en la fuga, famosamente se dice que quemó $2 millones para mantener caliente a su hija.

‘Plata o plomo’

La dominancia de Escobar en el comercio de cocaína se caracterizó por la corrupción, la intimidación y la violencia. Su principio rector era ‘plata o plomo’ – efectivamente significando ‘sobornos o balas’. A lo largo de su reinado, sobornó e intimidó sistemáticamente a las agencias de aplicación de la ley colombianas, funcionarios públicos y candidatos políticos.

El respaldo financiero proporcionado tanto por el Cartel de Medellín como por su rival, el Cartel de Cali, a los candidatos políticos tuvo un profundo impacto en la política colombiana. Estos carteles pudieron ejercer influencia en todos los niveles de gobierno, lo que les permitió manipular procesos políticos, sobornar políticos y controlar efectivamente el panorama político.

El Cartel de Medellín no solo estaba involucrado en una batalla contra otros carteles de drogas rivales, sino que también recurrió a un reinado de terror cuando Escobar introdujo el concepto de ‘narcoterrorismo’, empleando tácticas como bombardeos, asesinatos y extorsión para mantener el control sobre Colombia e intimidar a rivales y enemigos. La despiadada del Cartel de Medellín no tenía límites, operando con total impunidad.

El imperio criminal de Escobar resultó en la muerte de alrededor de 4,000 personas que se atrevieron a desafiar su reinado, incluidos policías, funcionarios gubernamentales, periodistas y jueces. Bajo su influencia, Colombia se convirtió en la capital del asesinato del mundo, marcada por una violencia y corrupción inimaginables.

Legado

El legado de Pablo Escobar sigue siendo muy importante, no solo como un criminal notorio, sino como un fenómeno cultural.

Si bien muchos condenaron la naturaleza atroz de sus crímenes, en Colombia, algunos lo percibían como una figura similar a Robin Hood, particularmente en Medellín, donde se le acreditó por proporcionar comodidades a los pobres de la ciudad que el gobierno no había. De hecho, el funeral de Escobar atrajo a más de 25,000 personas, y su memoria sigue siendo influyente.

Su antigua propiedad privada, Hacienda Nápoles, fue entregada a familias de bajos ingresos por el gobierno, y también se convirtió en un parque temático rodeado de cuatro hoteles de lujo con vistas al zoológico de Escobar. (La mayoría de los animales del zoológico fueron trasladados a otros zoológicos, pero 4 hipopótamos se quedaron atrás. Para 2014, se informó que existían 40 hipopótamos en el área, y para 2021, las autoridades colombianas comenzaron un programa de esterilización química para controlar la población de hipopótamos).

La historia de vida de Escobar ha sido objeto de numerosos libros, películas y series de televisión, siendo Narcos la más notable, sirviendo como un cuento de advertencia sobre el inmenso poder que el crimen organizado puede acumular, las devastadoras consecuencias y efectos del comercio de drogas, la corrupción que engendra, y su trágico costo humano.

Aunque la muerte de Escobar marcó el fin de su reinado, no señaló el fin del comercio de drogas, ni de sus desafíos. El Cartel de Cali dominó el mercado de la cocaína en los años siguientes a la muerte de Escobar. En Colombia, los recuerdos del reinado de terror de Escobar siguen vivos. Aunque Colombia ha logrado avances significativos en la reducción de la violencia relacionada con las drogas y en la mejora de la seguridad desde su muerte, el comercio de drogas y la violencia asociada no han sido erradicados por completo, y persisten los desafíos.

En América, la persecución y eventual caída de Pablo Escobar representó un punto de inflexión en la lucha contra los carteles de drogas, subrayando la importancia de la cooperación internacional en el abordaje del crimen transnacional, y sentando las bases para futuros esfuerzos para combatir el comercio de drogas.

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