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Socialismo🕒 Tiempo estimado: 6 minutos de lectura

El socialismo aparece a finales del siglo XVIII en Europa como respuesta a las desigualdades agudizadas por la Revolución Industrial, proponiendo una transformación de la sociedad capitalista hacia una más equitativa y justa. Diferenciándose en dos vertientes, los utópicos, que creían en una reforma del capitalismo sin necesidad de su destrucción, y los científicos, para quienes la abolición del capitalismo era esencial, el socialismo abrazó tanto reformas pacíficas como revoluciones. A pesar de las teorías, la práctica socialista divergió de estas idealizaciones.

Orígenes e historia del socialismo radican en el contexto de la Revolución Industrial, marcada por la explotación laboral, jornadas extenuantes, y condiciones de trabajo deplorables que provocaron un clamor por protecciones y derechos para los trabajadores. El «capitalismo salvaje» de la época dio paso a conquistas sociales significativas a través de intensas luchas civiles, como la limitación de la jornada laboral, la protección en el trabajo, y la prohibición del trabajo infantil, entre otros.

En este escenario de crecientes desigualdades y empobrecimiento, surgió la teoría socialista de la mano de pensadores que anhelaban una sociedad basada en la igualdad. El socialismo utópico y el socialismo científico representan las dos principales corrientes de este pensamiento, divergiendo en sus métodos para alcanzar una sociedad igualitaria.

Características del socialismo

Las características del socialismo difieren según la corriente: mientras el utópico busca reformar el capitalismo y promover la cooperación entre clases, el científico aboga por la abolición del capitalismo, la eliminación de las clases y la socialización de los medios de producción.

El socialismo utópico, precursor de este pensamiento, no apuesta por la revolución sino por la reforma del capitalismo hacia una economía industrial inclusiva y una distribución equitativa de la riqueza, promovida por un Estado fuerte y una sociedad sin ociosos ni explotados. Figuras como Saint-Simon, Charles Fourier y Robert Owen imaginaron comunidades autónomas o basadas en la igualdad, dentro del marco capitalista, pero enfocadas en mejorar las condiciones de vida para todos.

Este recorrido por el socialismo evidencia su diversidad teórica y práctica, y su evolución desde una crítica al capitalismo industrial hacia un amplio espectro de propuestas para construir una sociedad más justa.

Los socialistas utópicos veían en la industria el motor del desarrollo económico y del mejoramiento de las condiciones de vida, sin abogar por la destrucción del capitalismo. Esta corriente fue etiquetada como «utópica» por Marx y Engels, quienes criticaron su falta de mecanismos prácticos para implementar la sociedad idealizada.

El socialismo científico, liderado por Marx y Engels en el siglo XIX, busca entender científicamente el funcionamiento del capitalismo para reemplazarlo por un sistema económico basado en la igualdad. Este enfoque, conocido como marxismo, interpreta la historia como una serie de conflictos de clases, siendo el capitalismo la lucha entre la burguesía, propietaria de los medios de producción, y el proletariado, trabajadores asalariados productores de riqueza pero marginados de sus beneficios. Para Marx y Engels, la conciencia y organización política del proletariado serían la clave para derrocar el capitalismo y edificar una sociedad igualitaria, caracterizada por la abolición de la propiedad privada y la socialización de los medios de producción.

Entre los experimentos socialistas destacan la comunidad de Robert Owen, que ofreció altos salarios y buenas condiciones de vida a los trabajadores, aunque finalmente se disolvió; la Comuna de París, un breve gobierno socialista marcado por importantes reformas laborales y sociales que fue derrocado por el gobierno francés con ayuda del ejército prusiano; y la Unión Soviética, primer país en adoptar el socialismo a nivel nacional, liderado inicialmente por Lenin y posteriormente por Stalin, que se alejó del ideal marxista hacia un régimen de economía planificada conocido como «socialismo real».

La experiencia de la Unión Soviética, disuelta en 1991, se convirtió en precursora de otros regímenes socialistas alrededor del mundo, aunque su práctica divergió significativamente de los principios marxistas originales, especialmente bajo el gobierno de Stalin en adelante.

Evolución del socialismo

La hegemonía del Partido Bolchevique se consolidó a través de la supresión, exilio y ejecución de socialistas de diversas corrientes, incluidos miembros de su propia facción. Contrariamente a las ideales de abolición de clases y del Estado promovidas por Lenin, Stalin reforzó el poder estatal bajo su liderazgo, incurriendo en numerosas violaciones a los derechos humanos. Para profundizar en el desarrollo de esta experiencia socialista, se recomienda consultar información sobre la Unión Soviética.

En cuanto a Alemania Oriental, tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania fue dividida en dos naciones: Alemania Occidental y Alemania Oriental. Esta última, bajo la influencia soviética, adoptó un régimen socialista desde 1949 hasta 1990, caracterizado por una economía planificada. La construcción del Muro de Berlín en 1961, motivada por la alta tasa de emigración hacia Alemania Occidental, se convirtió en un símbolo de la división. Su demolición en 1989 marcó un hito en el declive del socialismo como modelo gubernamental.

Existen otras experiencias socialistas impulsadas por el apoyo soviético, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. Durante la Guerra Fría, Estados Unidos y la URSS financiaron y apoyaron gobiernos y golpes de Estado acordes a sus intereses políticos y económicos. En los años 60, algunos países africanos en proceso de descolonización adoptaron ideales socialistas adaptados a sus realidades, en un movimiento conocido como socialismo africano, destacando Tanzania, Senegal, Ghana y Guinea.

Países como Afganistán, Albania, Angola, Benín, Bulgaria, Congo, Etiopía, Hungría, Yemen, Yugoslavia, Mozambique, Mongolia, Polonia, Rumania, Somalia y Checoslovaquia experimentaron con el socialismo, finalizando estas experiencias a principios de los 90.

Entre los pensadores socialistas destacan los utópicos como Claude-Henri de Rouvroy (Conde de Saint-Simon), Charles Fourier, Louis Blanc y Robert Owen; y los científicos Karl Marx y Friedrich Engels.

Actualmente, países como Corea del Norte, China, Cuba y Vietnam se definen como socialistas, aunque con variaciones significativas en su implementación del modelo. La República Democrática Popular Lao y la República Moldava de Transnistria también se identifican con el socialismo, influenciados en distinto grado por el capitalismo transnacional.

Es crucial diferenciar entre socialismo y comunismo: mientras el marxismo ve al socialismo como un paso hacia el comunismo, este último representa una sociedad sin clases ni Estado, según la teoría marxista.

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