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Sistema de numeración babilónico🕒 Tiempo estimado: 2 minutos de lectura

El sistema de numeración babilónico, utilizado por los antiguos escribas de Babilonia, se caracterizaba por el empleo de solo dos símbolos para representar todos los números. Estos símbolos, asociados en la actualidad con potencias del número 60, constituían una base sexagesimal y posicional, esencial en la matemática de la época.

Este sistema, con orígenes que datan del año 2000 a.C., fue difundido y perfeccionado a lo largo del tiempo, siendo un precursor de sistemas numéricos más complejos. Su invención es atribuida a las civilizaciones de China e India, y su expansión se facilitó gracias a los comerciantes árabes.

Resumen del sistema numérico babilónico

Utilizando la escritura cuneiforme, el sistema se basaba en dos símbolos fundamentales. Era inherentemente posicional, lo que significa que el valor de los símbolos dependía de su ubicación en el número. Adoptaba una estructura sexagesimal, es decir, basada en el número 60.

Características del sistema de numeración babilónico

Este sistema distinguía dos símbolos principales para la representación numérica, reflejando las unidades y las decenas. La innovación de este sistema radicaba en su capacidad para combinar estos símbolos de manera que expresaran cualquier número mediante el uso de potencias de 60, dependiendo de la posición de cada símbolo.

Funcionamiento del sistema de numeración babilónico

Para representar números del 1 al 59, los babilonios utilizaban combinaciones de estos dos símbolos. Para cifras mayores, como el 60, empleaban el mismo símbolo que para el número 1, adaptando su uso según el contexto para evitar confusiones, especialmente dado que no contaban con un símbolo específico para el cero.

Origen e impacto del sistema de numeración babilónico

Creado aproximadamente en el 2000 a.C., este sistema fue esencial para el desarrollo de las matemáticas y la astronomía en Babilonia. Los babilonios son reconocidos por introducir el concepto de un sistema numérico posicional y por su aproximación al concepto del cero, a pesar de no considerarlo un número en sí.

Curiosamente, este sistema sexagesimal influye hasta hoy en cómo medimos el tiempo, dividiendo horas y minutos en sesentas, un legado directo de la ingeniería numérica babilónica.

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