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Revolución China🕒 Tiempo estimado: 4 minutos de lectura

La Revolución China, que culminó con el ascenso del Partido Comunista al poder en 1949, fue el resultado de un extenso proceso revolucionario que transformó profundamente a China durante la primera mitad del siglo XX. Este proceso se inició en 1911 con el derrocamiento de la dinastía Qing, marcando el fin de la monarquía y el comienzo de un período de intensa agitación política y social que aspiraba a liberar a China de la influencia de las potencias imperialistas y establecer una república.

El gobierno provisional liderado por Sun Yat-sen, a través del Partido Nacionalista o Kuomintang, se vio rápidamente superado por la inestabilidad, dando paso a un período de divisiones internas, intentos de dictadura y restauración monárquica, y el surgimiento de movimientos separatistas. En este contexto, las ideas comunistas, inspiradas por la Revolución Rusa de 1917, empezaron a ganar terreno, culminando en la fundación del Partido Comunista Chino en 1921, con Mao Zedong entre sus miembros fundadores.

La colaboración inicial entre comunistas y nacionalistas, fomentada por la Unión Soviética, se desvaneció hacia 1927, desencadenando una brutal guerra civil marcada por la represión del Kuomintang contra los comunistas, liderada por Chiang Kai-shek. La guerra civil, que se prolongó con altibajos hasta 1949, se vio interrumpida por la amenaza japonesa, la cual forzó una tregua entre comunistas y nacionalistas.

Invasión japonesa de Manchuria

La invasión japonesa de Manchuria en 1931 y la posterior expansión de sus ambiciones territoriales en China desencadenaron la Segunda Guerra Sino-Japonesa en 1937, un conflicto brutal que se extendió hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Durante esta guerra, la persecución a los comunistas por parte de Chiang Kai-shek obligó a estos a replegarse al interior del país en la histórica Larga Marcha, mientras que la invasión japonesa representó un enemigo común que, por un tiempo, unió a los dos bandos rivales chinos en su resistencia.

Este complejo entramado de revolución, guerra civil e invasión extranjera allanó el camino para la eventual victoria comunista en 1949, marcando el inicio de una nueva era en la historia china bajo la liderazza de Mao Zedong y el establecimiento de la República Popular China.

Pese a ello, es fundamental considerar que, a pesar de la tregua entre nacionalistas y comunistas, durante el período comprendido entre 1937 y 1945 sí se produjeron enfrentamientos entre grupos armados de nacionalistas y comunistas. Esto sucedió porque ambas partes sabían que, después de la guerra contra los japoneses, el conflicto interno regresaría en cualquier forma y, por lo tanto, asegurar el debilitamiento del oponente era esencial.

Se reanuda la guerra civil china

Después de la guerra contra los japoneses, los líderes nacionalistas y comunistas, Chiang Kai-shek y Mao Zedong, respectivamente, se reunieron para debatir la formación de un gobierno conjunto de las dos fuerzas. Sin embargo, no hubo acuerdo, ya que Chiang exigió a Mao la disolución de las fuerzas comunistas como condición indispensable para la formación del nuevo gobierno.

Esta demanda de Chiang reflejaba la preocupación de los nacionalistas y de Estados Unidos por el crecimiento de las fuerzas comunistas dentro del territorio chino. A lo largo del conflicto con los japoneses, los comunistas lograron reunir una fuerza de casi 1 millón de soldados y otros 12 millones de milicianos que podrían ser utilizados en la lucha.

Además, los comunistas dominaron varias provincias del interior de China e implementaron cambios revolucionarios en estas regiones, que permitieron a miles de campesinos obtener acceso a la tierra. Al fracasar las negociaciones, los nacionalistas lanzaron un ataque contra las fuerzas de Mao en julio de 1946.

En el período comprendido entre 1946 y 1949 aumentó el impulso revolucionario en el interior de China, lo que fortaleció a los comunistas. Durante este período, los comunistas ampliaron los cambios revolucionarios, que permitieron a unos 100 millones de chinos tener acceso a la tierra. Esto llevó al aislamiento de los nacionalistas en las principales ciudades chinas.

La guerra civil china llegó a su fin cuando las fuerzas comunistas lograron entrar en Pekín en enero de 1949. Esto obligó a Chiang Kai-shek, a los nacionalistas y a la alta burguesía china a abandonar el país hacia la isla de Formosa, que dio origen a Taiwán, una país de reconocimiento internacional limitado hasta la fecha.

La transformación de China en una nación comunista tuvo lugar el 1 de octubre de 1949, cuando se proclamó la República Popular China. A partir de ese momento se inició el proceso de transformación para la implantación del comunismo en este país bajo el liderazgo de Mao Zedong.

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