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Origen de las mitocondrias🕒 Tiempo estimado: 2 minutos de lectura

Las mitocondrias, orgánulos considerados descendientes de bacterias ancestrales, fueron incorporadas por células procariotas avanzadas a través de un proceso de endosimbiosis. Este evento marcó el inicio de una relación simbiótica mutuamente beneficiosa: la célula anfitriona proporcionaba protección y nutrientes, mientras que la mitocondria, a cambio, optimizaba la producción y el aprovechamiento de energía mediante la respiración celular.

La teoría de la simbiosis mitocondrial se sostiene en tres pilares fundamentales. Primero, la mitocondria posee material genético propio, ADN circular, reminiscente de sus antecesores bacterianos. Segundo, se distingue por tener ARN ribosomal y ribosomas de menor tamaño y diferente composición proteica comparados con los de su célula hospedadora, evidenciando su origen distinto. Tercero, la estructura de doble membrana de la mitocondria, con una membrana interna procedente del organismo simbionte y una externa de la célula anfitriona, refuerza esta hipótesis.

El análisis mediante micrografía electrónica descubre la arquitectura única de la mitocondria: una membrana externa lisa envuelve a otra interna plegada, conocida como crestas mitocondriales, que delimita la matriz mitocondrial. Este espacio interno, viscoso, alberga tanto ribosomas como ADN mitocondrial.

Por tanto, la mitocondria, desde su origen evolutivo hasta su función actual, juega un papel crucial en el metabolismo de las células eucariotas, tanto animales como vegetales. Este orgánulo es esencial para la generación de energía celular, participando en procesos bioquímicos complejos que incluyen la oxidación de ácidos grasos, el ciclo de Krebs y la cadena respiratoria, fundamentales para la vida celular.

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