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Guerra de Bosnia🕒 Tiempo estimado: 5 minutos de lectura

El conflicto de Bosnia, desarrollado entre 1992 y 1995, se erige como el más grave suceso bélico en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, en el marco del desmembramiento de la antigua Yugoslavia. Este enfrentamiento, que se cobró la vida de cerca de 100.000 individuos, se originó en el proceso de disolución yugoslava.

Este enfrentamiento bélico tuvo sus raíces en la hostilidad fomentada por discrepancias étnicas y religiosas arraigadas históricamente en la zona. Los agravios entre las diversas comunidades residentes en Bosnia se acumularon a lo largo de los años, remontándose a la constitución de Yugoslavia en el siglo XX.

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial y la desintegración del Imperio Austrohúngaro en 1918, nació Yugoslavia bajo el nombre inicial de Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos, renombrado en 1929 como Reino de Yugoslavia. Esta monarquía, dominada por la influencia serbia, perduró hasta la invasión alemana en 1941, que estableció un régimen títere croata en el territorio.

La victoria partisana sobre los ocupantes nazis y sus aliados transformó a Yugoslavia en una república socialista bajo el liderazgo comunista de Josip Broz Tito. Bajo su régimen autoritario, Tito logró suprimir los conflictos étnicos, manteniendo la unidad nacional.

Sin embargo, el fallecimiento de Tito en 1980 dejó un vacío de poder que propició el rebrote de las tensiones étnicas y el auge del nacionalismo radical. El derrumbe del socialismo en Europa Oriental incentivó a estos movimientos a buscar su autonomía.

De este complejo escenario aparecieron figuras políticas que representaron a sus respectivas etnías dentro de Yugoslavia, siendo los más destacados:

  • Alija Izetbegovic, como líder de los bosnios musulmanes;
  • Franjo Tudman, al frente de los croatas;
  • Slobodan Milosevic, liderando a los serbios.

Yugoslavia

Durante la transición de los años ochenta a los noventa, Yugoslavia se vio envuelta en intensos debates separatistas y cuestiones étnicas, impulsados por la diversidad de sus pueblos y sus aspiraciones de autonomía. Este escenario llevó a varios grupos, siendo los eslovenos los pioneros, a considerar y posteriormente declarar su deseo de escindirse del conglomerado yugoslavo.

En el corazón de Yugoslavia, los serbios ocupaban una posición dominante, ejerciendo un control significativo sobre las decisiones políticas de la región, situación que no era bien recibida por otros grupos étnicos como los eslovenos, croatas y bosnios, quienes clamaban por una representación más equitativa y veían esta supremacía serbia como una forma de dominación. Este desequilibrio fue el detonante para que, como fichas de dominó, las naciones comenzaran a declarar su independencia, iniciando con Eslovenia en junio de 1991.

La independencia eslovena desató un conflicto armado de corta duración, pero fatal, resultando en alrededor de 70 muertes, tras el cual Yugoslavia retiró sus fuerzas de Eslovenia para enfocarse en Croacia, la siguiente región en el punto de mira. La secesión eslovena puso a Croacia bajo el reflector, obligada a definir su postura frente a la creciente presión serbia, desembocando en su propia lucha por la independencia. Este movimiento independentista croata encontró resistencia principalmente debido a la significativa presencia serbia en el territorio, un patrón que se replicó en Bosnia.

Animados por el llamado de Slobodan Milosevic hacia la creación de una «Gran Serbia», los serbios establecidos en Croacia proclamaron su separación, marcando el inicio de las hostilidades. Este patrón se repitió en Bosnia-Herzegovina, aunque exacerbado por la compleja mezcla étnica de la región, donde bosnios, serbios y croatas tenían intereses divergentes: los bosnios buscaban una Bosnia-Herzegovina independiente bajo el liderazgo musulmán bosnio; los serbios aspiraban a anexionar áreas pobladas por serbios para incorporarlas a la Gran Serbia; y los croatas deseaban lo mismo para los territorios habitados por croatas.

Radovan Karadzic, líder de los serbios bosnios, se manifestó vehementemente contra el separatismo bosnio, amenazando con un destino sombrío si Bosnia-Herzegovina seguía el camino hacia la independencia. Esto culminó en la declaración de independencia de Bosnia en marzo de 1992 y el subsiguiente ataque serbio a Sarajevo en abril, dando inicio a un conflicto que se esparciría por todo el país.

Los enfrentamientos en Bosnia se caracterizaron por la rápida conquista de territorios por parte del ejército serbio y el asedio a Sarajevo, marcando uno de los asedios más prolongados de una ciudad desde la Segunda Guerra Mundial. A lo largo del conflicto, milicias serbias llevaron a cabo ataques contra comunidades bosnias, acciones que fueron denunciadas internacionalmente como limpieza étnica y que incluyeron el hacinamiento en campos de concentración y violaciones sistemáticas. Aunque hubo ataques similares contra serbios, estos fueron significativamente menores en número.

Conflictos de Bosnia

Dos episodios resaltan en la guerra de Bosnia: el prolongado asedio a Sarajevo, donde la ciudad fue sometida a bombardeos constantes, y la masacre de Srebrenica, ambos ejemplos de la brutalidad del conflicto.

La masacre de Srebrenica tuvo lugar en julio de 1995, cuando las tropas serbias invadieron la zona de seguridad de Srebrenica y llevaron a cabo allí una gran masacre de la población bosnia. En total, se estima que más de ocho mil personas fueron ejecutadas sumariamente y sus cuerpos arrojados a fosas comunes.

Durante esa guerra, la presión internacional sobre los serbios y la ayuda que los bosnios recibieron de los países musulmanes obligaron a Karadzic y a los serbios a firmar un alto el fuego. El Acuerdo de Dayton puso fin al conflicto en Bosnia y creó dos entidades diferentes en el país, cada una designada para los diferentes grupos que residen allí. Muchos de los que cometieron crímenes de guerra en Bosnia fueron juzgados en los años siguientes en tribunales internacionales.

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