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La Bomba Zar: la más temible creación bélica de todos los tiempos🕒 Tiempo estimado: 4 minutos de lectura

La Bomba Zar fue un dispositivo de hidrógeno, sometido a pruebas en 1961, que hasta el día de hoy se alza como el arma más poderosa jamás construida por la humanidad.

¿Qué es la Bomba Zar? La Bomba Zar es el nombre comúnmente utilizado para referirse a la bomba de hidrógeno, también conocida como RDS 220 (o AN602), de origen soviético. En octubre de 1961, esta aterradora arma fue detonada como parte de un experimento. La Bomba Zar liberó una asombrosa potencia de 57 megatones, lo que equivale a 57 millones de toneladas de TNT (trinitrotolueno), una explosivo convencional, superando con creces al mayor ensayo de bomba de energía termonuclear realizado hasta ese momento, el Castle Bravo, efectuado en 1954 en el atolón de Bikini por Estados Unidos, el cual alcanzó «solamente» 15 megatones.

La Bomba Zar

La «Carrera Armamentista» y la búsqueda de la «Bomba del Fin del Mundo» Tras la Segunda Guerra Mundial, cuyo final estuvo marcado en gran parte por el trágico bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, la humanidad se enfrentó a la posibilidad real de su propia destrucción. Las dos superpotencias de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética, comenzaron una «carrera armamentista» caracterizada por el desarrollo tecnológico orientado hacia la creación de armas nucleares. La producción de cabezas nucleares y su incorporación en misiles balísticos de alcance medio y largo definieron el contexto de la Guerra Fría y la lucha por la influencia geopolítica.

En este escenario, la creación del arma nuclear más poderosa, lo que algunos llamaron la «bomba del fin del mundo», se convirtió en el objetivo central de ambas superpotencias. Poseer un arma de esta magnitud representaba una especie de garantía contra posibles ataques de naciones enemigas, ya que desencadenaría un «holocausto nuclear» global. La bomba de hidrógeno, al ser mucho más poderosa que las bombas de fisión nuclear, como las lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki, se convirtió en la opción preferida para mantener este delicado equilibrio.

El Surgimiento de las Bombas de Hidrógeno El 1 de noviembre de 1952, Estados Unidos llevó a cabo la primera prueba de una bomba de hidrógeno, conocida como «Mike». Esta prueba tuvo lugar en el atolón Enewetak, en las Islas Marshall, y tuvo una potencia de 10 megatones, 700 veces más poderosa que la explosión de la bomba «Little Boy» sobre Hiroshima. Sin embargo, la bomba de hidrógeno más poderosa desarrollada por Estados Unidos fue la «Castle Bravo», probada el 1 de marzo de 1954 en el atolón Bikini, con una potencia de 15 megatones.

Los soviéticos se sumaron a la carrera de las bombas termonucleares el 22 de noviembre de 1955, con la prueba de la RDS-37. A partir del «éxito» de esta prueba, surgió la idea de construir bombas cada vez más poderosas, con la ambición, respaldada por el líder soviético Nikita Kruschev, de alcanzar los 100 megatones de potencia.

El líder del proyecto soviético fue el físico Andrei Sajarov. Sin embargo, el peso, el método de transporte y la capacidad destructiva de una bomba de 100 megatones resultaron tan inviables que el objetivo del proyecto se redujo a 50 megatones.

La Explosión de la Bomba Zar El 30 de octubre de 1961, un bombardero soviético Tu-95-202, especialmente adaptado para transportar la Bomba Zar, que pesaba 27 toneladas, voló hacia el archipiélago de Nova Zembla, en el océano Ártico. La bomba fue lanzada utilizando un paracaídas, lo que permitió al avión retirarse lo suficientemente lejos antes de la detonación. La explosión generó una zona de destrucción con un diámetro de 70 kilómetros y un núcleo incandescente de 4 kilómetros, suficiente para arrasar instantáneamente una ciudad como París o São Paulo. La nube en forma de hongo se elevó a más de 60 kilómetros de altura. Además de su nombre oficial, Tsar Bomb, este artefacto también fue apodado «Iván», en referencia al zar ruso Iván IV, el Terrible, quien vivió en el siglo XVI.

La demostración del poder de la Bomba Zar, que se llevó a cabo apenas dos días después de la resolución de la «Crisis de los Misiles», planteó un nuevo desafío para el mundo en relación con estas armas. El propio líder del proyecto, Andrei Sajarov, se convirtió años más tarde en uno de los principales activistas contra las armas nucleares

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