Asedio de Leningrado🕒 Tiempo estimado: 3 minutos de lectura
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Al finalizar la Primera Guerra Mundial (1914-1918), las naciones derrotadas, como Alemania y Austria-Hungría, enfrentaron duras imposiciones fiscales, económicas y políticas impuestas por Francia e Inglaterra. En 1919, se firmó el Tratado de Versalles, en el que Alemania se vio obligada a aceptar altas tasas de compensación e impuestos para las naciones de la Triple Entente (Rusia, Francia, Inglaterra y Estados Unidos), además de devolver la región de Alsacia y Lorena a Francia y ceder el territorio conocido como el «corredor polaco» a Polonia. Además, Alemania tuvo que proporcionar ayuda económica para la reconstrucción de las naciones europeas devastadas por la guerra.
Desde el principio, tanto los líderes como la población de Alemania y Austria-Hungría no estuvieron satisfechos con las imposiciones del Tratado de Versalles, al que denominaron el «Dictado» de Versalles. Muchos estudiosos argumentaron que en 1919 ya se gestaba un clima de revanchismo entre las naciones europeas, lo que aumentaba la tensión.
Desarrollo del conflicto
Para agravar la situación en Europa en la década de 1920, la economía estadounidense estaba en pleno auge, con una gran producción de bienes y un alto nivel de consumo. Sin embargo, en 1929, la economía de Estados Unidos sufrió uno de los mayores colapsos registrados en la historia, conocido como el «Crash del 29». Las consecuencias de esta caída del mercado de valores fueron devastadoras, con millones de desempleados y quiebras de empresas. La crisis económica se propagó rápidamente a Europa y otros continentes.
Alemania, que había recibido grandes inversiones de la economía estadounidense, se vio especialmente afectada cuando cesaron estas inversiones debido al colapso del mercado de valores. La situación empeoró drásticamente, con aproximadamente el 80% de la población alemana desempleada. Fue en este momento cuando surgió el régimen nazi para abordar la hambruna, el desempleo y reestructurar la economía alemana.
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Italia enfrentaba una situación similar, con descontento hacia Francia e Inglaterra por no permitir que Italia anexara las regiones disputadas con Austria. Con los países devastados y la necesidad de recuperar sus economías, surgieron el nazismo en Alemania y el fascismo en Italia, dos movimientos de extrema derecha que llevaron al establecimiento de estados totalitarios.
En la década de 1930, los regímenes nazifascistas comenzaron a reclamar los territorios perdidos según lo establecido por el Tratado de Versalles en 1919. Inicialmente, Inglaterra y Francia tomaron pocas medidas para detener la expansión territorial de Alemania e Italia, lo que llevó a la formación del Eje entre estos dos países. El nazismo y el fascismo se basaron en el nacionalismo y el fortalecimiento de las economías, ganando apoyo popular y preparándose para la guerra que se avecinaba.